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                         Edición 1327
Artículos de Fondo
"Hasta quemar el último cartucho"
7 de Junio, Lección de Patriotismo


El soldado peruano, fiel a su responsabilidad en la defensa del territorio patrio, asume un rol preponderante en el desarrollo socio-económico y militar de nuestra sociedad, con una preparación de alto nivel, cuya capacidad ha sido plenamente comprobada en diferentes episodios de su historia. Hoy en día, ha asimilado dos aspectos fundamentales: su acendrado amor al Perú y su puntualidad. Por eso, cada 7 de junio, la ceremonia del Juramento de Fidelidad a la Bandera significa la responsabilidad del soldado en mantener en alto y siempre flameando al viento grato de la peruanidad, el bicolor nacional jamás retenido ¡ni ayer ni nunca! La amada bandera que han jurado defender, es sudario de sangre y síntesis viviente de nuestra historia, y si bien es cierto fue hecha jirones en la epopeya del Morro, jamás se sintió envilecida, porque quienes han muerto por su causa lo hicieron siguiendo la estela del sacrificio y del honor. Era un puñado de hombres de casta indomable, herederos de la bravura de su estirpe primigenia, que a sabiendas que el enemigo era inmensamente superior en soldados y armamento, se la jugó con todo en defensa de la patria herida. Ese puñado de héroes tuvo la oportunidad de rendirse y huir. Sin embargo, más pudo su amor al Perú, para que entre jóvenes y mayores decidieran quedarse enclavados en el morro de Arica y en lo más profundo de nuestra historia y de nuestros corazones. Ellos son los campeones de la muerte, quienes ofrendaron sus vidas un 7 de junio de 1880, dejándonos la más sublime lección de unión y entrega por la patria. Hoy, 120 años después de la gesta heroica que protagonizaron con su sangre los coroneles Francisco Bolognesi y Alfonso Ugarte, y los que se inmolaron con ellos, permanece invívita en cada uno de los integrantes de nuestras fuerzas armadas, quienes en su momento también blandieron sus armas y enfrentaron al enemigo del frente interno y externo. A continuación, recordemos los episodios más intensos de la defensa del morro de Arica.

La respuesta
Dos días antes del 7 de junio de 1880, por el sector del "Lazareto viejo" en la posición defensiva peruana, el coronel Francisco Bolognesi hacía memoria sobre los 71 años que cubrían su alma, cuando de pronto le anunciaron la visita del emisario chileno, sargento mayor Juan de la Cruz Salvo. Ante la proposición de rendición de la plaza Bolognesi respondió solemne: "tengo deberes sagrados y los cumpliré hasta quemar el último cartucho".

"Está cumplida mi misión", dijo el oficial, retirándose. Sin embargo, Bolognesi le hizo presente que esa respuesta era a título personal y que faltaba la opinión de los jefes. De la Cruz Salvo le dijo que era indispensable llevar la respuesta en ese mismo instante.

"El último cartucho"
Entonces, el anciano oficial peruano convocó a una junta de emergencia en presencia del chileno y, tras reunirlos, les expresó: "Están llamados a decidir, con vuestro voto, la suerte de esta plaza de guerra cuya custodia nos ha confiado la nación. No quiero hacer presión sobre vuestras conciencias, porque nuestros sacrificios no serían idénticos. Yo he vivido setenta y un años, y mi existencia no se prolongará por muchos días ¿qué más puedo desear que morir por mi patria y con la gloria de una existencia heroica, que salvará el honor militar y la dignidad del ejército comprometido en esta guerra?

Más adelante señaló: "Pero hay entre vosotros muchos hombres jóvenes, que pueden ser útiles al país y servirlo en el porvenir; no quiero arrastrarlos en el egoísmo de mi gloria, sin que la junta manifieste su voluntad decida defender la plaza y resistir el ataque".
La respuesta fue inmediata, el comandante Moore, que ocupaba un asiento en el fondo del desmantelado salón donde estaban reunidos, se puso de pie y pidió que la junta resuelva por aclamación la defensa de la plaza. Todos los jefes se pusieron de de pie y la resistencia quedó resuelta por aclamación. Fue entonces cuando el coronel Bolognesi se dirigió al mensajero chileno con las siguientes frases: "Podéis decir a vuestro general que me siento orgulloso de mis jefes y dispuestos a quemar el último cartucho en defensa de la plaza".

El significado
La frase sublime que conmovió en aquella hora aciaga de nuestra historia tiene profundo significado y eterna connotación, porque su mensaje palpita con vigencia de siglos en el corazón de los peruanos de todas las épocas y porque es a la vez, un legado y un mandato que recogemos siempre con unción y fervor, en las circunstancias más dramáticas que afronta la patria, ya sea ante la violencia de los rezagos agónicos de la subversión terrorista o cuando se ve amenazada por un peligro procedente de fuera.

La ofrenda
El gesto inmortal de Bolognesi y un puñado de valientes rubricó la decisión espartana de ofrendar sus vidas con honor y dignidad, aún sabiendo que se trataba de un sacrificio.

Más pudo el sentimiento del deber, elevado a la dimensión de heroicidad, que la natural reserva humana de sobrevivencia. Y en el morro de Arica se consumó, con epílogo de gloria, aquel 7 de junio de 1880, la hazaña homérica que es y será lección sempiterna por siempre jamás.

Coyuntura
El Perú de hoy vive otro momento singular de su historia y con la misma fe, la misma decisión y valor que heredamos de nuestros héroes y mártires estamos aptos para enfrentar con entereza, hasta la victoria cualquier intento de hollar nuestra sagrada soberanía.

Por eso, emulando a los defensores del Morro, los soldados de hoy, imbuidos del espíritu inmortal de Bolognesi, enfrentan con valor la guerra no convencional y defienden con honor y entrega el suelo patrio ante las incursiones de agresores cíclicos que pretenden adueñarse de lo que por historia y tradición nos pertenece.

Al renovar, cada 7 de junio, el juramento de fidelidad a la bandera, nuestros soldados saben que están asumiendo el compromiso de honor de entregar todo su sacrificio cuando del Perú se trata. Y en ese afán están dispuestos a ofrendar la vida, si fuera necesario, antes que permitir que nuestro sagrado emblema sea mancillado.

El fervoroso juramento
El juramento del 7 de junio es una reafirmación, una promesa solemne, que se plasma en acciones incre’bles de arrojo como las del Alto Cenepa, donde el soldado peruano se convirtió en titán y venció no sólo al agresor y sus minas, sino a la rigurosa inclemencia del tiempo, a la hostilidad del fango, a las alimañas y a la inhóspita selva, demostrando a los cuatro vientos que es invencible cuando defiende a su patria.

Ese juramento solemne nos une más intensamente alrededor de la lealtad que debemos a nuestra patria, la misma que nos debe cohesionar aún más, para el cumplimiento de nuestras labores institucionales. Esas tareas que para el soldado se relacionan directamente con el celoso resguardo contra los enemigos, que del interior o de fuera de nuestro territorio pretenden usurpar nuestra soberanía. En tal sentido, cabe evocar, en esta solemne fecha, a los héroes más recientes de nuestra rica galería patriótica, los bravos soldados que en la Operación Chavín de Huántar, siguieron la lección magistral del coronel Francisco Bolognesi, cumpliendo su deber y sagrado juramento con temple y fortaleza, en el crucial momento de las definiciones.

El tributo
La sublime acción peruana, en aquel morro legendario, caló profundo en los corazones peruanos, enraizándose en sus generaciones posteriores la ejemplar actitud de uno de los más grandes soldados del Perú, que no aceptó nada del enemigo, pues para él y sus compañeros en la guarnición inmortal sólo existía una razón de vivir: su patria, y por ella, su heroico sacrificio. Desde entonces, la nación peruana se siente honrosa deudora de aquellos titanes y perenniza su reconocimiento en el majestuoso monumento que se erige en Lima, en virtud de la juventud peruana de 1897, iniciativa que, convertida luego en anhelo nacional, se vio finalmente materializada en 1905.


El Ejército Peruano a su vez, destaca en forma permanente las virtudes morales y militares de que hicieron gala el coronel Bolognesi y su guarnición inmortal. Puntos culminantes de dicho homenaje lo constituyen la ceremonia del Juramento de Fidelidad a la Bandera que, en patriótico acto cumplen cada 7 de junio los conscriptos militares en todo el país frente a los bustos y monumentos del jefe del Morro, la designación del coronel Francisco Bolognesi Cervantes como Patrono del Ejército y Gran Mariscal del Perú, y, la renovación del Juramento que los cadetes de la Escuela Militar de Chorrillos efectúan en las actividades importantes de ese centro de instrucción. La defensa del morro de Arica y todos y cada uno de sus defensores continuarán como vivo ejemplo en las acciones de nuestras fuerzas armadas. Día de la bandera, día del heroísmo sin límites. Hasta quemar el último cartucho... ¡Viva el Perú!







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