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                         Edición 1328
Colaboradores
El Quinto Pie del Gato

Escribe: José Enrique Escardó
quintopie@genteperu.com
"Quien quiere ser un creador ha de ser primero un destructor y quebrantar valores"

«Hambrienta, violenta, solitaria, sin Dios:así se quiere a sí misma la voluntad-león. Liberada de los placeres del esclavo, redimida de dioses y de adoraciones, impávida y aterradora, grande y solitaria: así es la voluntad del hombre veraz». (Friedrich Nietzche, Así habló Zarathustra).

ME HARTE DE LOS CARROÑEROS
Durante estos últimos meses me he tenido que empapar (o, mejor dicho, enfangar) de un tema que aborrezco: la política. Esta experiencia me ha hecho tener sentimientos encontrados. Por un lado, he sentido la alegría de contribuir a que la ineptitud, la sin razón y los intereses creados no lleguen a acceder al puesto más importante de nuestro país, la presidencia. Pero, por otro lado, he sufrido vergüenza ajena por el nivel de asquerosidad al que puede llegar gente que no tiene otra capacidad en su miserable vida que la de prostituirse al mejor cliente -bien barato- para siempre figurar de alguna manera en política.

La política es como un mercado en el que hay de todo, para todos los gustos. Para los políticos, ésta es su forma de ganarse el pan y, por qué no, las delicias con las que podr’an rellenarlo. El problema con los pol’ticos es que ellos no son personas desinteresadas. Ellos, por naturaleza, tienen que plegarse a un lado, ya sea por propia decisión o forzados por amenazas, intereses, sobornos, seguridad, o muchas otras razones. Eso yo lo entiendo, es la naturaleza de su trabajo la que los lleva a ser hipócritas, mentirosos, vendidos, poseros, figurettis, pendejos, palabreros, sinvergüenzas, en fin, a prostituirse. Como dice uno de mis personajes preferidos de dibujos animados, Eric Cartman de South Park: "Mi mamá no es una puta, ella posó desnuda porque era joven y necesitaba el dinero". Hasta cierto punto se entiende toda la mierda que emana de la política. Conozco políticos que estaban hasta el queso de plata y ahora se les arregló la billetera por cinco años al ser elegidos para el Congreso.

Pero eso está bien para los pol’ticos, que se maten entre ellos, que se vendan y se compren entre ellos. Pero de ahí a querer que un pueblo, una ciudad o un país sirva para eso, de ahí a manipularnos con informaciones desvirtuadas, hay un gran paso. Esos parásitos que viven de nuestros impuestos, que almuerzan con la plata que nos roban, que reciben unos sueldazos, además de las coimas y demás "regalitos", no tienen por qué causar tanto problema e involucrar a tanta gente en los logros de sus metas personales. Por supuesto que este extremo no lo aplico a todos los políticos. Hablo de ellos como casta. Hay honrosas excepciones, pero no duran mucho en la política. Hablando de "honrosas excepciones" y pensándolo mejor, ¿alguien podría presentarme a una de estas excepciones para creerme yo mismo lo que estoy diciendo aquí? Se agradece de antemano, aunque la persona que me pueda hacer este favor tal vez no haya nacido aún.

Bueno, regreso al tema. La política es la cara salvaje de la institucionalidad religiosa. Ambos sistemas de opresión están basados en la obtención de fama y gloria (si es posible eterna) a través de la manipulación de las masas. La materia prima de estas dos lacras de la sociedad es la manipulación.

Más allá de teoría, mi vómito más verde es producido por los seguidores, a los que yo llamo "los repetidores de leyendas" o, más peruano, "las chismosas ignorantes". En m’tines, en la televisión, en las calles, en reuniones, uno se encuentra con gente que sólo anda repitiendo los chismes que escucha, no les importa si tienen sentido, si hay pruebas, quién lo dijo y qué intereses hay detrás, los argumentos a favor o en contra. Simplemente, cual loros, repiten y no saben ni qué mierda están repitiendo. Agarra al azar a doscientos de los que andan estos días gritando "fraude, fraude" en las calles, de cualquier edad y de cualquier sitio, y pregúntales qué es el fraude. No saben. Ni idea. Pero ellos repiten nomás, ya sea porque están sin chamba o porque el serenazgo de la esquina de su casa les gritó cuando chupaban en la calle y el alcalde de ese distrito es del partido del "Chino". Eso ha sido motivo suficiente para que ellos griten todo tipo de cosas que ni siquiera entienden. Es como cuando un perro se pone a ladrar en la noche porque en su casa hay un gato y los otros perros de la manzana también ladran. No saben por qué, pero tienen que ladrar para parecer machos. El líder se hace el macho y los otros cojudos tienen que imitarlo. Es como cuando en la iglesia tú repites: "Creo en la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos..." y no sabes ni qué mierda quiere decir la famosa Comunión de los Santos. No te hagas, ¿quieres que me pare en la puerta de algunas iglesias y haga una encuestita?

La culpa de todo este caos es compartida. No es de los líderes ni de los que quieren ser líderes solamente, es también de todos nosotros, que nos creemos las rebuznadas de los que nos quieren vender sus cuentos y no usan argumentos, sino que se dedican a desvirtuar realidades, sacar de contexto afirmaciones, a mentir, a confundir. En resumen, a manipular. Y nosotros, bien huevas que somos, nos dejamos manipular.

Me insultarán, me dirán de todo, como ya lo han hecho hasta hoy. Pero todo ello no es más que el juego desesperado de esos mediocres que no pueden tener opinión propia y creen que yo no tengo opinión propia, que me vendo como ellos. Yo no soy así. Yo digo lo que creo, lo que siento, y lo que veo. Joda a quien le joda.

¡Para incitar a muchos a apartarse del rebaño, para eso he venido!
Que así sea.

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