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Artículos de Fondo
"Los jóvenes alzan la voz"
Lo que nos espera en la segunda vuelta es incierto.
La primera exigencia de los universitarios en sus marchas es claridad en el proceso electoral. La segunda, es escuchar, de parte de Toledo, propuestas claras. Después del 9 de abril, el país vivió tres días de suspenso y asombro. Suspenso ante las protestas y suspicacias generadas por la existencia de un supuesto fraude electoral. Asombro por las movilizaciones que invadieron el centro de Lima exigiendo el respeto por la democracia. Estas manifestaciones tuvieron un claro protagonista: los jóvenes universitarios, un sector de la sociedad que había mantenido un perfil bajo durante toda la coyuntura política y que decidió, de un momento a otro, decir "Presente".
Cuando, en 1997, los estudiantes salieron a las calles a protestar por la caótica situación política de nuestro país, dejaron de ser la Generación X. Los medios de comunicación se encargaron de convertir a varios de los líderes juveniles en los abanderados de lo que se llamó, por esa época el movimiento estudiantil, a partir del cual surgió la Coordinadora Estudiantil por la Democracia y los Derechos Humanos. Sin embargo, después de la multitudinaria marcha de "manos blancas" de junio de 1998, las protestas juveniles dejaron de ser el fenómeno fresco y espontáneo del que muchos participaron, para convertirse en una serie de desfiles esporádicos, organizados por grupos pequeños y sin poder de convocatoria.
Parecía que la apatía había vuelto a apoderarse de los jóvenes. Sin embargo, las últimas concentraciones en el Paseo de la República, las marchas a la ONPE y las protestas frente al Jurado Nacional de Elecciones indican que este movimiento universitario no ha muerto y está listo para hacerse escuchar.
¿Estudiantes manipulados?
Plaza San Martín, miércoles 12 de abril, 4 de la tarde. La impaciencia comienza a apoderarse de los jóvenes, que esperan desde las 2 de la tarde los resultados al 100% ofrecidos por la ONPE. Media hora después, Toledo hace su primera aparición en el balcón del Hotel Bolívar: "Vamos a esperar hasta las 6 u 8 de la noche, o hasta que sea necesario, porque no nos van a cansar". La multitud aplaude, grita, insulta. La espera continúa...
En un intento por explicar la inesperada participación de los jóvenes en los acontecimientos de la última semana, la Dra. Martha Chávez lanzó una grave acusación: "¿Cómo es posible que en la Universidad Católica se hayan suspendido las clases para mandar a los alumnos a las marchas?".
Ante tal afirmación, las respuestas fueron inmediatas. La primera, categórica y contundente, del rector de la Universidad, Dr. Salomón Lerner; la segunda, emocional e indignada, de parte de los estudiantes de la Católica, quienes no dudaron en convertir a la congresista en el blanco de sus bromas ("Escucha Martha Chávez, tú qué #@Á!# sabes").
Los estudiantes no fueron manipulados por sus profesores. En la Católica, un bombo y un pequeño desfile por la universidad fue lo que inició el espontáneo movimiento. Las clases continuaron normalmente para todos aquellos que no decidieron acompañar la marcha. Vale mencionar que también muchos de los profesores sí decidieron asistir. Esto, por supuesto, llevó a que muchos alumnos marcharan "por chonguear" al Centro de Lima.
No es amor a Toledo, sino rechazo a Fujimori
Plaza San Martín, 6 de la tarde. Entre las tonaditas de "En Costa, Sierra y Selva, el chino es #@Á!#" y "A ver, a ver, a ver, quién tiene la batuta, el pueblo organizado o el gobierno #@Á!#" se entremezclan las propagandas de los ambulantes "Vinchas No al fraude, 2 soles" y "Compre su pito por la democracia". Media hora después, la incógnita se despejaba: Habría segunda vuelta. Mientras Toledo agradecía efusivamente, los jóvenes se retiraban.
Hay algo que debe quedar claro. Por ahora, la juventud todavía no está totalmente convencida de la capacidad de Alejandro Toledo para convertirse en el siguiente presidente del Perú. Toledo debe asumir estas muestras de respaldo como lo que verdaderamente son: la expresión de los estudiantes ante la voluntad del actual presidente de continuar en el poder.
El reto de Toledo ahora es demostrarle a esos jóvenes, y al electorado en general, que tiene los elementos necesarios para convertirse en el próximo mandatario del país.
Tampoco hay que confundirse. El movimiento juvenil no es, definitivamente, un grupo articulado. Lo único que los une en este momento es su rechazo ante la re-reeleccion de Alberto Fujimori y el supuesto fraude electoral que éste habría planeado.
Lo que nos espera en la segunda vuelta es incierto. La primera exigencia de los universitarios en sus marchas es claridad en el proceso electoral. La segunda, es escuchar, de parte de Toledo, propuestas concretas.
"El miedo se acabó..." ¿y ahora qué?
Una de las características de la juventud es la inconformidad. Una inconformidad que encuentra el terreno ideal en este país para nacer, crecer, desarrollarse y explotar. Sin embargo, las antiguas formas que existían para canalizar esta inconformidad por medio de la participación política partidaria ya no existen. Y si existen, los jóvenes ya no están interesados en participar en ellas.
Hoy, la juventud ha buscado nuevas formas de organizarse y de hacerse escuchar. Después del 9 de abril, las movidas juveniles han vuelto a tomar la calle, algunos más pacíficamente que otros; muchos más convencidos que otros tantos. No obstante, ¿será esto suficiente? ¿Bastarán las marchas, los carteles caricaturescos, las tonaditas y las banderolas? ¿Y ahora qué?
(Por María Isabel Torres)
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