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                         Edición 1329
Colaboradores
El Quinto Pie del Gato

Escribe: José Enrique Escardó
quintopie@genteperu.com
"Quien quiere ser un creador ha de ser primero un destructor y quebrantar valores"


MI SEXO ES MISIONERO

Una de las noticias que más se comentó esta semana fue que la cantante Sinead O'Connor había admitido ante el mundo su condición de lesbiana. Las reacciones fueron extremas, para variar en estos casos. Los unos dijeron: "¡Qué valiente la chica para aceptar esto públicamente!", los otros, más tradicionalistas (o ridículos) dijeron: "¡Ay! ¡Qué horror! Imagínate, aceptar que es 'lesbi' (ni siquiera se atreven a decir la palabra completa)".

Bueno, a ambos les digo que son unos hipócritas. Esta sociedad, hace tiempo, ha debido desahuevarse y entender que, mientras no se haga daño a nadie, la opción sexual que uno tiene no debe ser motivo ni de orgullo para los que la aceptan ni de vergüenza para los que se la guardan. La opción sexual es una forma de entenderse a sí mismo, y aquellos que fuerzan una moralidad falsa, en la que la opción sexual es un tabú (oculto o vencido), son enemigos de la sociedad, de la vida, de la apertura de mente, de la sensatez.

Un hombre al que le gusta otro hombre es igual de valioso que un hombre al que le gusta una mujer. Y una mujer a la que le gusta otra mujer es igual de valiosa que una mujer a la que le gusta un hombre.

¿Qué de malo tiene que a Sinead O'Connor le dé más placer que una mujer la toque y le haga sentir lo que a ti te hace sentir un hombre? ¿Es ella menos persona por eso? ¿Es ella menos persona por tener que sufrir años ocultando sus gustos en la cama? ¿Te hace a ti más "normal" el hecho de tener orgasmos con penes en vez de con vaginas? Lo que sí te hace bien es que seas como tú eres, que disfrutes como te gusta disfrutar y que dejes a los demás disfrutar como les gusta disfrutar.

Pero no se entienda con esto que yo auspicio toda clase de sexualidad. La sexualidad, como toda fuerza humana natural, debe fluir sin restricciones o imposiciones externas, pero siempre como una opción responsable de y entre adultos. No se debe forzar a nadie a satisfacer la opción que uno tiene si es que esa persona no es consciente de su responsabilidad al hacerlo. Los seres inocentes no deben ser objeto de las pasiones de los descontrolados. Si quieres sexo con un miembro del sexo opuesto, del mismo sexo o con ambos, ésa es una opción que debe ser compartida libremente por la otra persona involucrada en el acto sexual. No se debe forzar o engañar a nadie para satisfacer las propias necesidades. Las violaciones, en ninguna de sus formas, deben ser aceptadas por una sociedad responsable. Si alguien quiere acostarse con otra persona, sea del sexo que sea y de la opción que tenga, debe ser por voluntad y libre elección de ambos, nunca por la fuerza o por ignorancia. Las personas que así lo deciden deben saber cuál es el resultado que esperan o buscan de sus encuentros sexuales. Y la sociedad debe permitirles expresarse libremente, dando lugar para que acepten y desarrollen su opción sexual sin traumas, complejos o una rebeldía que los lleve a la desolación y al resentimiento.

Sí estoy en contra de los que hacen un espectáculo de su opción sexual. No me refiero a los travestis-vedettes. Me refiero a los patitas atorrantes que se hacen los "machasos", a las calabacitas que sólo desarrollan y muestran sus cuerpos "irresistibles" y a todo el que manifieste exageradamente su aparente "seguridad" sexual. Sé lo que eres y no aparentes ser algo que quisieras ser. Si te gusta irte a la cama con alguien del sexo opuesto o con los de tu mismo sexo, es tu roche, pero no andes haciendo gala de tus opciones en plena calle, como si fueras un perro o una perra que no escoge el lugar para relacionarse con su pareja. En resumen, no te deschaves, sé natural y respeta a quienes te rodean. Ellos pueden saber cuál es tu opción, pero no tienes que andar haciendo un espectáculo público de tus mañoserías.

El sexo es tal vez la fuerza que más determina al ser humano y cualquier tipo de irresponsabilidad o, en el otro extremo, de censura, puede motivar que uno pierda de vista su propia naturaleza, su propia identidad, malográndole la oportunidad de desarrollarse como un ser humano íntegro y plenamente consciente de su rol en este mundo. Para toda la vida. Tanto para el que es forzado por presión social a ocultar su opción como el que es forzado a realizar un acto o asumir una opción que no parte de una decisión propia y responsable.

¡Para incitar a muchos a apartarse del rebaño, para eso he venido!
Que así sea.

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