La NASA logra enviar una misión a Marte. Todo va bien hasta que aparece un pequeño problema de comunicación, pero no entre la misión y la Tierra, sino entre los misioneros y una montaña que parece contener una extraña fuerza.

La historia es una gran obra de ciencia ficción, muy bien hecha en todos los sentidos. Pero lo bueno es que incluye también muchos aspectos humanos reales, entre los que destacan la fuerza del amor y la dificultad emocional de trabajar contra el tiempo en un hábitat desconocido, tan desconocido como otro planeta.

Las actuaciones son bastante buenas, no sobresalientes. Lo mejor de la película son los ambientes creados tanto en las naves espaciales como en el mismo planeta Marte. Todo va bien hasta que llegamos al encuentro con los seres que manejan la fuerza detrás de la montaña. Antes de eso vemos un mundo real dentro de la ficción que implica la película, pero cuando se produce el encuentro, entramos a una dimensión totalmente diferente, que parece llevarnos a otra película. Hay un desface de lo más extraño, que hace que una ficción caricaturezca se superponga a la, hasta ese momento, orientación científica de este filme.

Es interesante el descubrimiento final que se hace en el encuentro, cuando los astronautas son envueltos por una explicación en holograma de la aparición de la vida en el planeta Tierra. El origen de la vida en la Tierra queda claro a través de la explicación extraterrestre, pero el eslabón perdido de la película está al tratar de explicar las actitudes disímiles de los astronautas al final de la película.

Me gustó mucho la ambientación y la fotografía.

Vale la pena ir a verla. En general, es una película interesante.

Y cuando me veas por el cine, no me tengas miedo. Soy tu amigable vecino. CINEMAN...

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