En momentos que los candidatos presidenciales, Alberto Fujimori y Alejandro Toledo, exponen en las plazas públicas que en caso de triunfar en la segunda vuelta, aplicarían programas masivos de generación de empleos, es necesario señalar que la minería en el Perú ofrece una real alternativa para poner en práctica esta propuesta, por su desarrollo productivo, teniendo en cuenta que esta actividad extractiva aporta al país el 47 por ciento del total de sus exportaciones.

En ese sentido, desde la elaboración de las puntas de lanza, los arcaicos pocillos y los antíquisimos ornamentos metálicos, hasta las retroexcavadoras con equipos sofisticados, con detectores digitales de última generación, la minería en el Perú ha avanzado a pasos agigantados, constituyéndose como uno de los principales motores para el desarrollo socioeconómico del país.

Al respecto, el valor actual de nuestra producción minera llegó a 3,300 millones de dólares en 1998. Ese mismo año dio trabajo directo e indirecto a 255 mil personas, que, con sus familiares, suman 1 millón 250 mil. Asimismo, la minería peruana compra en el país productos nacionales por 700 millones de dólares, consume 3,500 gWh, de los que produce el 75 por ciento en sus propias centrales, ha construido 400 km de vías férreas y tres mil km de carreteras que sirven a todo el país, ha levantado 50 mil viviendas, 250 centros educativos, 60 iglesias y tres mil aulas, en donde cuatro mil maestros enseñan a 90 mil alumnos. El salario minero es 50 por ciento mayor que el promedio en Lima. Se calcula que, de 1998 al 2004, el valor de la producción minera del país subirá de 3,300 a unos 5,000 millones de dólares.

Andrés Marsano, el visionario
En medio de esta compleja jungla de máquinas, subterráneos y excavaciones, surge el 15 de abril de 1981 la empresa Minera Aurífera Retamas S.A. (MARSA), de la mano de un visionario y emprendedor empresario, Andrés Marsano Porras, fallecido tempranamente a la edad de 54 años.

MARSA, es una de las empresas mineras claves en el desarrollo de la producción aurífera del Perú, colocándolo en el primer puesto como productor de oro en Latinoamérica y sétimo en el mundo.

Andrés Marsano Porras se encontraba en el mejor momento de su vida. Vehemente, tenaz, creativo, incansable e identificado con los altos destinos de la patria, hasta el último instante de su vida, estuvo dedicado a perfilar ideas de progreso y superación para sembrarlas en la conciencia de todos los peruanos. La empresa MARSA, precisamente, nace desde la perspectiva de esa visión que siempre tuvo del Perú. Todo empezó en una agreste e inhóspita zona denominada Cerro El Gigante, paraje remoto, carente de infraestructura de acceso, y mucho menos de servicios comunitarios. En muchas ocasiones, su equipo de trabajo estuvo a punto de claudicar por las desventuras que padecían, pero con la sonrisa muy característica en él, envolvía a sus colaboradores impregnándoles de su filosofía, sintetizada en las siguientes frases: "No podemos detenernos y quedarnos allí, tenemos que explorar", "una mina sin exploraciones no es una mina", "hay que hacer empresa no sólo para una generación sino para las venideras"; "no podemos fallarle al Perú ni a las futuras generaciones".

IV Simposio Nacional de Minería
En 1997, el IV Simposio Nacional de Minería Aurífera le otorgó el premio al Esfuerzo por Preservar el Medio Ambiente. Fue galardonado con el título de "Empresario Minero de 1997" por el Consejo Editorial del Directorio Minero del Perú.

Su mística minera y su capacidad de liderazgo lo llevaron a ser elegido presidente del Instituto Nacional de Derecho, Minería y Petróleo durante tres años. También fue director del Comité Aurífero de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía y miembro del Consejo Consultivo Internacional del IV Simposio Internacional del Oro. Este último cargo fue asumido, tras su temprana desaparición, por su hijo el Dr. Andrés Marsano Conroy.

El ejemplo y la lección de trabajo y pundonor dejados por Marsano Porras, ha permitido que la industria minera se ubique en una etapa de consolidación, globalización y reestructuración, que está transformando compañías y a la industria en general.

Este ejemplo fue destacado por el Presidente del Comité Organizador del IV Simposium Internacional del Oro, Ing. Jaime Uranga, así como también en las emotivas palabras dirigidas a los asistentes a dicho evento, en el discurso de apertura que por encargo del Presidente de la República dirigió el Ing. Ricardo Márquez Flores.

El proceso de consolidación se está dando a través de fusiones y adquisiciones de empresas como una consecuencia de la caída en el precio de los metales en los últimos tres años y la necesidad de reducir costos y hacer a las empresas más fuertes y competitivas.

Respecto al futuro aurífero no sólo del país, sino de toda la región, se vislumbra auspicioso; en la medida en que Latinoamérica conserva aún inexplorados extensos territorios dotados de gran potencial que constituyen una buena oportunidad de inversión. Es un sector que ha adquirido nuevas proyecciones, gracias al dinamismo con el que se viene desarrollando el potencial de nuestro territorio, en un contexto de desarrollo sostenible.

Al respecto, en el Cuarto Simposio Internacional del Oro, durante el desarrollo del tema Minería y Desarrollo Social, realizado el dos de mayo último, el presidente de la Compañía de Minas Buenaventura, Alberto Benavides de la Quintana, señaló que la minería tiene que tomar la iniciativa y propiciar el desarrollo económico balanceado de las poblaciones cercanas a su actividad, a la vez que despertar en los pobladores el interés por el desarrollo cultural y la educación, como un medio de evitar el crimen y la prostitución.