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                         Edición 1325
Artículos de Fondo
¿Y de Violeta quién se acuerda?



Domingo 2:30 de la tarde. Lugar, centro penitenciario Santa Mónica de Chorrillos. Luego de una larga espera y tras un cambio de ropa en plena vía pública, es decir: falda larga, blusa recatada y sandalias, cada pieza alquilada a un sol, logramos ingresar. El tufillo de un viento nuevo erizaba la piel. Definitivamente este domingo sería distinto. "Vengo a visitar a la señora Violeta Mori" respondí rápidamente a la interrogante de una mujer gorda, vestida de plomo. Era una oficial del INPE. Con la ayuda de una "llamadora" (mujeres que gritan a voz en cuello el nombre de la persona a la que vas a visitar) la ubicamos de inmediato. Ahí estaba ella, sentada junto a una de las mesitas blancas del patio. Luce delgada, demacrada y un poco triste.

"Más que tristeza, es nostalgia a la libertad", nos dice.
Han pasado cinco años y medio desde su llegada al penal y, hasta ahora, no se ha encontrado solución a su caso. Como se recuerda, Violeta Mori (natural de Chachapoyas) se casó con Carlos Manrique Carreño, ex presidente del otrora Centro Latinoamericano de Asesoría Empresarial (CLAE), cuando dicha institución ya estaba intervenida por la Superintendencia Nacional de Banca y Seguros por supuestos malos manejos administrativos. Esta acción fiscalizadora motivó un retiro masivo de dinero de los clientes y desestabilizó su solidez, a tal punto que fue liquidada en 1994.

El delito que se le imputa a Violeta es el de cómplice de estafa. Aquel año negro, 1995, en que fue arrestada, se inició una larga pesadilla para ella. Ya han pasado 66 meses y los cuatro recursos de libertad condicional presentados por su abogado han sido rechazados, pese a que la ley de ejecución penal respecto a la libertad condicional dice claramente que ésta "procede transcurrida la mitad de la condena" y Violeta Mori cumplirá el próximo mes de octubre los seis años por los que fue condena.

En noviembre del año pasado, su abogado, Edgar Chirinos, volvió a solicitar la libertad condicional de su cliente, pero hasta la fecha no han tenido ninguna respuesta. "A pesar de que el Poder Judicial tiene quince días para responder hasta ahora no lo hace. No entiendo por qué no se pronuncia. Ellos dicen que he violado la ley, pero dime ¿quién está violando la ley ahora? Ya voy a cumplir injustamente con los seis años de condena y no sabes cuánto anhelo mi libertad. Ellos saben cuál es mi posición en esto. Yo soy inocente. Quizás muchos ya se han olvidado de mi caso", comenta serena, mientras frota el rosario que lleva colgado en el pecho. "Cuando recién ingresé al penal anhelaba mi libertad provisional, pero eso cada vez está más lejos". Por un momento, su mirada parece perderse en el infinito.
"Ya es hora de que la justicia deje de ver esto como un lugar de depósito", señala, refiriéndose al penal.

Los días del mes de mayo, mes de la madre, son difíciles y muy emotivos para las reclusas. Todas recuerdan a los seres queridos que dejaron afuera. El ambiente en el patio es de risas y lágrimas, besos y abrazos largos. Escenas emotivas son el pan de cada día. "¿Sabes? El otro día me dio ganas de abrazar al hijito de mi compañera, una extranjera. Ella me miró y me dijo tristemente '¿a mí no me abrazas?' La apachurré fuertemente. Le dije, 'sonríe que Dios te ama'. (los ojos le brillan). ¡Sonríe, que te ha dado la vida! Cuando la miré estaba llorando. Eso falta acá. Alguien que nos abrace".

Mientras recorremos el patio con Violeta, ella nos cuenta que está en el coro de la Capilla: "Me gusta cantar. Hoy en la mañana estuve dirigiendo el coro. Una pareja, que ayuda voluntariamente acá, llegó a celebrar sus 50 años de casados. No sabes lo hermoso que fue verlos tan felices. Estar acá me ha hecho valorar muchas cosas". Los ojos le brillan aún más, como un par de lucecitas. Refiriéndose a su madre, nos cuenta "Mi madre viene religiosamente todos los domingos, sin falta".

Pero ella sabe que ese corto tiempo no es suficiente. Sabe que la necesita, ahora más que nunca. "Si supieras cuantos fines de semana he dejado de estar a su lado. Cuantas veces he dejado de abrazarla, de decirle que la quiero. Cuando llega la noche, siento tantas ganas de verla. Sabes, nuestra madre no nos juzga, jamás nos critica ni nos cuestiona. La gente puede dejar de verte, alejarse de ti, pero una madre nunca se aleja. Yo te diría lo que alguien me dijo un día: ¡Dios no podía estar en todas partes, por eso creó a la madre! No soy mamá, pero creo que es lo mejor que le puede pasar a una mujer". Sus ojos color pardos están a punto de llorar. "Para nadie es fácil estar aquí".

En las tardes, Violeta trabaja. Ayuda en la peluquería, visita a los niños en el Wawahuasi y, sobre todo, lee muchísimo.

El penal tiene un aspecto de colegio fiscal. Hay tres patios, uno de ellos es para tender la ropa. Al fondo, una especie de lavandería sirve como sala de gimnasio para algunas reclusas. Las cabinas telefónicas están cerradas momentáneamente, debido al motín que protagonizaron el mes pasado. En el pasadizo están colgadas innumerables carteras hechas a mano. "Me acuerdo que la vez pasada que vino Laura Bozzo, una de sus reporteras hizo pedidos de carteras y hasta el día de hoy no las paga", dice mortificada. "Las mujeres trabajan haciendo esas carteritas".

Y sobre la señora Laura y sus declaraciones ella prefiere ser prudente. "No quiero entrar en dimes y diretes. Pero esa señora tergiversó mis opiniones. Yo confié en ella. Me aseguró que conocía mi caso, que había leído mi expediente, que era injusto que yo esté presa en esta cárcel. Me parece que se usaron políticamente mis declaraciones. Dios la juzgará".

La esposa de Manrique quiso dejar en claro que entre su esposo y Toledo había una simple relación amical. "Toledo se tomó fotos en reuniones con Carlos, así como muchos políticos lo hicieron, tuvieron una simple relación amical. A mí no me consta que fuera asesor de CLAE. Jamás vi nada. Me ratifico en lo que dije".

Según dicen algunas mujeres del penal, después de las declaraciones de Violeta a Laura Bozzo, todas estaban molestas con ella. "Pero felizmente nos explicó y nos dimos cuenta de lo que había pasado". Una ancianita, Flora Casanova, detenida por narcotráfico (la farmacia de su hijo estaba a nombre de ella, por eso la detuvieron) nos cuenta que Violeta es una buena chica, tranquila, trabajadora, se dedica a la religión, está muy cerca de Dios. "Ojalá que salga pronto", agregó.

Mas de 800 mujeres, jóvenes, madres y abuelas, esperan ansiosas sus visitas todos los domingos. Pero, hay quienes no reciben a nadie y sólo esperan que pase la hora, y eso es triste.

Así como Violeta Mori hay muchos casos. Esperemos que la justicia tome conciencia y cartas en el asunto.

Después de dos horas de una larga e interesante conversación. La señora Mori saca una oración de su cartera y una medalla con la imagen de Jesucristo "es para ti" me dice y lo coloca en mis manos. "Espero salir pronto y reencontrarme con mi familia y con mi esposo, que todavía está preso".







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