Lo conocí hace varios quinquenios. El, aparte de un sólido poeta, es embajador en el servicio diplomático.

Yo también he pasado por Torre Tagle, pero no estoy seguro de que haya sido allí. El tiene cinco años menos que yo, de modo que tiene que haber sido en otra parte. En algún recital, en alguna conferencia. En algún congreso. En algún vernissage. ¡Qué importa! Porque mi teor’a es que los que tienen que encontrarse, en definitiva, siempre se encuentran.

Recuerdo, asimismo, y es lo más importante, (aunque tampoco recuerdo cuándo) haberme ya encontrado con sus versos. De ellos tenía, aún, esa pálida lejana impresión que me conduce al reino de Hölderlin, al de Rilke, al de Stefan George.

Ahora, porque confluyen los buenos caminos, me vuelvo a encontrar con él, pero fundamentalmente, con dos de sus más recientes libros: Información básica del planeta (Lluvia editores. Lima, 1987); Los viajes (Santiago de Chile, 1989).

Antes, había editado Invierno, 1968; Encuentros y presentaciones, 1976; Tierra no firme, 1978; Así no hablaba Zaratrusta, 1979; Magnífica tortuga, 1984.

Mi amigo, el poeta Martín Yrigoyen, es actualmente embajador Director del Departamento de Europa de nuestra querida y tan maltratada Cancillería. Anteriormente fue Ministro de la Embajada del Perú en Chile y ejerció funciones diplomáticas en Argentina, Ecuador, Belgica, la Comunidad Económica Europea y Luxemburgo.

Paralelamente a su oficio en la diplomacia, uno de sus méritos mayores ha sido mantener, incólume, su trabajo literario, mediante el desarrollo de una dinámica actividad cultural que comprende, verbi gratia, la participación, en Valparaíso, en el Primer Encuentro de Escritores Americanos. Ha sido, asimismo, miembro del Jurado en el exigente Premio Nacional de Poesía "César Vallejo", convocado por la Biblioteca Nacional del Perú, en 1970. Asimismo, en este rubro, ha sido miembro del Jurado del Premio Internacional de Poesía "José Martí", organizado, en 1971, por el Círculo Internacional de Poetas de América Latina.

Pero todos estos son datos exteriores, lo más importante es lo que trasuntan sus versos: ese lírico aliento que lo lleva a tratar con inteligencia temas tan conocidos como "La noche":

"Noche eterno prisionero telúrico
en la inexplicable libertad del sueño.
Juglar perfecto del amor discreto".

Su preferencia por los temas filosóficos, en los que la palabra es usada como un escalpelo, lo caracterizan:
"El tiempo es como un gran bosque permanente,
donde el silencio, los vientos y las lluvias
no pueden taladrar la cadena de otros días".

Este poema, titulado "Huésped del tiempo", como el anterior, forman parte del libro editado en Chile, Los viajes, suerte de itinerario del poeta-diplomático, que podría estar signado por su desplazamiento y su condición de cosmopolita, más no.

Estos son, más bien, viajes interiores, incluso cuando tocan objetos exteriores como el campanario, la fuente, la plaza. Pero los textos claves están en la segunda parte, en versos de trazos tan firmes como el ya mencionado "Huésped del tiempo", o "Perspectiva desde el interior", así como "Inspección a los sueños", "Genio y figura de la nube" y/o "legato a favor de la imaginación".

Del bello poemario Información básica del planeta, diremos que nos encanta su bucolismo, mezclado con ese tono entre filosófico y críptico que son, por otra parte, características de sus más reconocidos versos.

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