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FERRERO:CABALLO DE TROYA CONTRA TOLEDO
Mientras el candidato sigue pisando el palito


Carlos Ferrero Costa, congresista reelecto y candidato a la primera vicepresidencia por Perú Posible, tiene una historia que nunca va a contar, pues, de lo contrario, sus verdaderas aspiraciones políticas quedarían truncas. Son aspiraciones que apuntan directamente a la codiciada casa de Pizarro. Todo empezó cuando, en 1992, fue invitado a postular al Congreso Constituyente Democrático, en las filas del oficialismo. En ese entonces, sólo aspiraba a ocupar la presidencia del Parlamento, pero como esta posibilidad le fue negada por su falta de sintonía con el gobierno, decidió iniciar un proceso de escalamiento al poder pero, esta vez, para optar por la Presidencia de la República. Entonces, se dedicó a buscar una estratégica ubicación y la consiguió hace poco con Alejandro Toledo, quien le ha permitido emerger nuevamente a la luz pública. Ferrero le habr’a ofrecido, a cambio, su experiencia parlamentaria como conocedor de las intimidades de Cambio 90 Nueva Mayoría. Y ahora está enfrascado en una lucha indesmayable para lograr que consiga eventualmente, la Presidencia de la República.

Pero, cual caballo de Troya del poema épico "La Ilíada" de Homero, el único afán de Ferrero ser’a apoderarse de Palacio de Gobierno a título personal. ¿Y cómo piensa hacerlo? El siguiente informe descubrirá este enigma.
Para entender las intenciones de Ferrero, primero debemos dar una mirada a la actividad proselitista del candidato Alejandro Toledo, que hoy atraviesa por una serie de quebrantos desde que se inició en esta lid electoral, desde aquel recordado 9 por ciento de adherencias populares en que trataba de levantar la mirada en medio de sus más cercanos adversarios. A raíz de la portada publicada por GENTE, que presentó imágenes del candidato con su ex esposa y hoy socia, la ciudadana belga-francesa, Eliane Karp, su potencial político se elevó inusitadamente y, en meteórica carrera, avanzó hasta colocarse en un auspicioso segundo lugar. Hasta allí, muy bien, pues con su imagen de hijo del Perú profundo, se le notaba muy sincero y emprendedor. Muchos creyeron que era una interesante alternativa pero, de pronto, su verbo y pensamiento sufrieron una súbita metamorfosis que lo tornó nervioso, contradictorio e impredecible. Y afloró el Toledo inimaginable, soberbio y duro, que derivó en una andanada de contradicciones, que fácilmente cambia de opinión como si se tratase de un acto deportivo, pues así como decía alguna cosa, al instante o en unas horas la cambiaba, cual velero sin timonel en medio de la tempestad.

Frescos están los recuerdos de lo que señaló, por ejemplo, sobre el Presidente de Francia, que según sus declaraciones le "daba su absoluto respaldo en defensa de respetar la voluntad popular". Al día siguiente, un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia lo desmintió categóricamente. Recordemos también lo que dijo sobre el premier Alberto Bustamante, que según Toledo le había informado el mismo domingo 9 de abril que habría segunda vuelta. La rectificación fue inmediata y Toledo quedó muy mal parado en un programa de su canal de TV favorito, en vivo. El candidato, balbuceante, no pudo evitar ponerse pálido. El colmo llegó cuando el aspirante presidencial dijo que Perú Posible había alcanzado el triunfo en primera vuelta con un 56.8 por ciento, a lo que Ferrero agregó: "con más del 60%". El respectivo desmentido estuvo a cargo de Eduardo Stein, jefe de la Misión de Observadores de la OEA, al precisar que las cifras proporcionadas por la ONPE concordaban plenamente con la de su grupo de veedores. Ultimamente, Toledo cometió otro desliz al mencionar el caso de la terrorista Lori Berenson, señalando que en un eventual gobierno suyo se revisaría la situación de la emerretista. Más cercano está el episodio cuando dijo que si no ganaba en primera vuelta, estaba dispuesto a liderar un "desborde popular".

Más fresquito, en el reinicio de su gira proselitista para la segunda vuelta en Iquitos, lanzó nuevamente la perorata de que era el triunfador en primera vuelta con el 56.8 por ciento de votos gritando a voz en cuello: "¡Alguien nos choreó los votos, carajo!". Más adelante, y sin perder la voz amenazante y despectiva dijo: "Invertiremos más en las provincias y menos en la pituquería de Lima". De igual forma, al referirse al Ecuador y los tratados internacionales, señaló "que no cederá un milímetro de Tiwinza", ¿qué les parece? Si este asunto ya ha sido resuelto, ¿qué pretende? No le quedaría más que ir a la guerra, nuevamente.

Ferrero en acción
Pues bien, en este estado de cosas, es necesario destacar la presencia del personaje que estuvo en franco anonimato hasta antes del domingo 9 de abril, y que en esa fecha se bautizó en olor de multitud con bombos y platillos. Nos referimos a Carlos Ferrero Costa, el incondicional asesor intelectual, consejero de armas y jefe de asuntos internos de Alejandro Toledo.
Ferrero fue demócrata cristiano, velasquista y, en general, un resentido social. A diferencia de sus familiares, Carlos y Eduardo, que son de bajos recursos económicos y con poca figuración y aceptación social. En 1990 candidateó con Francisco Diez Canseco, lo que le significó un fracaso más en su vida. En 1992, como era profesor de la Universidad de Lima, fue reclutado por Carlos Torres y Torres Lara, entonces decano de la Facultad de Derecho, para las elecciones del Congreso Constituyente Democrático. Fue un disidente desde el principio. Discutía todo. Pero al final aceptaba y también defendía todo. Su relación con el partido de Fujimori duró hasta diciembre de 1999, hasta días antes de la inscripción de Toledo. Jugaba, como siempre, en varios tableros a la vez. Eso no sería tan malo si no fuera el principal cr’tico de Fujimori en el grupo Perú Posible. En una conferencia de Toledo aparece claramente solplándole respuestas contra Fujimori. Hoy habla del gobierno como si fuera una organización de delincuentes.
Sin embargo, al no renunciar en ese momento al partido, convalidó todos los actos que ahora critica ferozmente y esta aceptación lo convirtió, también, en un delincuente como los que critica. Como pareciera que no tiene moral, no se da cuenta de eso. No recuerda que, con su presencia, convalidó el 5 de abril, la Cantuta , Barrios Altos, el Tribunal Constitucional y todos los demás actos a los que se aferra la oposición para desprestigiar al gobierno de Fujimori. Hoy, Ferrero se presenta como un defensor de la democracia contra una dictadura, cuando él es un congresista electo con los votos de Cambio 90-Nueva Mayoría, hasta el 28 de julio de este año.

Quitándose la máscara
Volvamos al 9 de abril por la tarde. Recordemos a un Ferrero enfurecido que baja del pódium del Sheraton, frunciendo el ceño, con un rictus de ira muy mal contenida en el rostro. Convoca a toda la prensa que pudo encontrar, la coloca en medio círculo y, cual director de escena de una obra de teatro de la calle, los ubica, los sitúa e incluso los selecciona para dar luego el zarpazo final, lanzando su denuncia: "Alejandro Toledo ha conversado con altos oficiales de las Fuerzas Armadas". Y ya, la bomba está cruzando el aire y explota triunfante. Regresa al Sheraton, al lugar en donde Toledo experimenta una vez más con la masa de jóvenes ávidos por escuchar sus palabras. Ferrero le sugiere incentivar a las masas para protestar en marcha callejera. Un tímido Eduardo McBride mide el asunto, pero prefiere callar. De pronto, surge el grito desgarrador del Toledo que se mantenía oculto en su más profundo interior: "¡Nos quieren robar los votos! Mientras, Ferrero le musita al oído (como es su costumbre) "Vamos a Palacio". Toledo, estimulado y sediento, reproduce el mensaje con un "¡marchemos a Palacio!". La grita juvenil no espera y el candidato sale triunfante en hombros hacia la Plaza Mayor. ¿Estrategia política? Claro, porque el fin justifica los medios. En tanto, Ferrero no se hace bolas y, de lejos, observa el panorama. El espectáculo ya se había iniciado, su plan empezaba a dar resultados, incluso mucho mejor de los que esperaba....

Pero, ¿cuál era ese plan, en qué consistía ese sueño que siempre protagonizaba en imágenes oníricas sin fin? La respuesta tenemos que buscarla en su muy oculta sicopatía del poder o, en otras palabras, ese viejo síndrome del poder inalcanzable, que ahora siente muy cerca, pero aún le falta palparla con sus manos.
Luego, fue nombrado oficialmente como vocero de Perú Posible, compitiendo en cámaras y micrófonos con su candidato presidencial. Premunido con este título, su verdadera personalidad empezaba a aflorar en toda su expresión y sin ambajes ni ataduras. Esto se vio graficado plenamente cuando, luego de ser nombrado como uno de los coordinadores para las conversaciones con sus similares de Perú 2000 para la segunda vuelta electoral, le dio, no una patada, sino una pateadura de padre y señor mío, al tablero de las negociaciones, tal cual niño engreído y malcriado, sin consentimiento alguno del, hasta ese momento, jefe máximo de Perú Posible, Alejandro Toledo. El candidato, para evitar el escándalo y que los medios de comunicación hablen de rupturas o enconos, sale a la luz pública señalando que él ordenó esa decisión.

Se moldea el plan
El siguiente paso del maquiavélico plan era copar todas las esferas del poder en Perú Posible con cálculos premeditados, para hacer pisar el palito a Toledo, sin que se dé cuenta o cuando lo haga, sea demasiado tarde. Entonces, ¿hacia dónde apunta sus dardos el señor Ferrero? Pues, directo a Palacio de Gobierno. Pero y ¿cómo lo hace? Fácil, las pautas ya están señaladas, no desde ahora, sino desde que le arrebataron por primera vez la oportunidad de asumir la presidencia del Congreso de la República, cuando era un conspicuo parlamentario oficialista que obedec’a sin chistar todas las directivas que acordaban sus colegas de bancada, cuando, en una segunda oportunidad, su nombre nuevamente fue voceado para ese cargo y nuevamente choteado olímpicamente. Entonces, comenzó a fraguar un plan maestro de escalamiento hacia el poder, pase lo que pase, caiga quien caiga. Ferrero se impregnó aún más de las intimidades de su grupo político. Contrató bajo la mesa a un pool de periodistas de diferentes medios, con el fin de que su imagen gane mayor presencia ante la opinión pública. Bueno, esto, en cierta medida, es algo normal y cotidiano que pone en ejercicio cualquier "Padre de la Patria". Pero su norte apuntaba, ya no a la presidencia del Congreso, sino de la República. Pero, ¿cómo lo iba a conseguir si prácticamente estaba defenestrado de su propio grupo político, ya no era tomado en cuenta y su condición ideológica se mostraba ambivalente? Sus críticas al gobierno se daban con mayor frecuencia de lo acostumbrado. Entonces, ¿cuál era el negocio de que se iba a valer para lograr ese sueño tan preciado para su existencia?

La estrategia
Siguiente paso: trabajar a dos ases, con el oficialismo y con la oposición, pero necesitaba mayor acercamiento al gobierno. Entonces, merced a sus buenos contactos con los medios de prensa a través de determinados periodistas adscritos a su despacho, fue ablandando su posición. Y cada vez que tenía oportunidad de elogiar una buena obra del gobierno lo hacía con vehemencia extrema y con argumentos muy sólidos, que le valían el inmediato aplauso de sus correligionarios. Pero, aún así, su situación continuaba incierta.
De pronto, recibió varias llamadas de grupos políticos de la oposición. Fiel aún a su convicción fujimorista, rechazó las ofertas y continuó refugiándose en la biblioteca del Parlamento que estaba bajo su administración y donde atendía en una precaria oficina reducida a una mesita que se caía a pedazos por la acción del tiempo y la falta de mantenimiento, además de una rudimentaria silla que, en algún momento, fue nueva y acolchada, mientras sus colegas de bancada presumían (sin decírselo) de sus confortables oficinas.
Sin embargo, la "ovejita negra" de la bancada oficialista hace rato que ya había decidido iniciar su metamorfosis con miras a Palacio de Gobierno.

Sus proyecciones
El 13 de julio de , en la revista "Domingo" del diario La República, Ferrero hace las siguientes declaraciones:"

¿Siempre con Fujimori?
Por lo menos hasta el 2000.

¿Nunca se sintió tentado a cambiar de orilla?
Ni se me ocurriró jamás.

¿Cuál sería el candidato de C90 NM para el 2000, si no es Fujimori?
No hay. El Presidente no ha confirmado si va ser candidato o no."

Vigas maestras
Pues bien, estas líneas marcan en forma directa las intenciones de Ferrero de separarse de la sombra de Fujimori a partir del 2000, pero mintió cuando dijo que no iba a cambiar de camiseta. Lo cierto es que para esa fecha ya estaba a la caza del grupo político que se afianzara a su "pensamiento" fujimorista. En eso, surgió la oportunidad con la candidatura presidencial de Toledo. Entonces, ofrece sus servicios al "inocentón" don Alejandro, haciendo hincapié en que era profundo conocedor de todas las intimidades del partido de gobierno. El paquete era demasiado tentador y, ni corto ni perezoso, Toledo aceptó la propuesta para colocarlo detrás de él como postulante a la primera vicepresidencia. En ese sentido, volcó en Perú Posible toda su experiencia como congresista del oficialismo, en una suerte de traición a sus valores más intrínsecos.

La meta
El siguiente paso, y el más importante para él, era crear zozobra entre los electores. De tal forma que, coludido con las organizaciones no gubernamentales nacionales y extranjeras, crearon la perorata eterna del fraude. En primera vuelta no les dio resultado. Pero ahora hace lo imposible para que en esta segunda vuelta los votos se acuerden de Toledo. La intención es ésa, que alcance la primera magistratura de la Nación, y una vez logrado esto, esperar a que no pueda cumplir lo que ofreció en campaña, es decir el inmediato aumento de sueldos y salarios, por ejemplo. Esta situación conllevaría a la protesta a voz alzada de todos aquellos que confiaron en él y, en una suerte de bumerang social, la respuesta que obtendría sería la repulsa de sus adherentes que se sentirían decepcionados y se lanzarían a las calles en contra de él. Algo así como lo sucedido recientemente en Ecuador en la revuelta contra Jamil Mahuad y su posterior separación del gobierno. Esa misma situación, con gravísimas consecuencias sociales y económicas, podría repetirse en el Perú, con un nervioso e inseguro Alejandro Toledo, a quien no le quedaría otro camino que el dejar Palacio de Gobierno para evitar un cataclismo social. Entonces, por lógica ¿a quién le correspondería asumir histórica y sacrificadamente la responsabilidad del gobierno para no crear un vacío de poder? Elemental. Al señor Carlos Ferrero Costa, a la sazón primer vicepresidente de la República. Y ¡listo!, el sueño se cumplió, el círculo se cerró, Carlos Ferrero ya es Presidente Constitucional de la República, tal como sucedió con el vicepresidente Novoa en Ecuador. Increíble, pero cierto.

Piedritas en el camino
Sin embargo, en estos momentos Ferrero tiene un pequeño problemita que de repente puede hacer cambiar un poquito los efectos de su plan. Resulta que han aparecido en escena nuevos oferentes de la candidatura toledista. Nos referimos a Carlos Bruce, ex presidente de Adex quien, luego de no conseguir una curul a través de Somos Perú, debuta como flamante jefe de campaña de Perú Posible. También tenemos a Mario Ocharán, brazo derecho de Alberto Andrade. Igualmente, a Alejandro Santa María de las filas del APRA y, por supuesto, el novísimo congresista Diego García Sayán. Ellos han entrado a tallar, sobre todo en el aspecto financiero, para la segunda vuelta electoral, quitándole un tanto de representatividad partidaria a Ferrero Costa. Sin embargo, don Carlos permanece quieto y calculador, pues si lo hizo con Toledo, qué pueden significar para él esos individuos recogidos de grupúsculos políticos que ya no truenan ni suenan, si no es sólo por la venia de Toledo.
En tanto, emulando al Aureliano Buendía de "Cien Años de Soledad" de Gabo Márquez, quien esperaba sentado bajo el umbral de su puerta su propio entierro, Ferrero también esperará sentado bajo el umbral de Palacio de Gobierno a que pase "su propio" entierro, es decir, no el de él, sino el entierro que propició con sus artimañas, el entierro de Alejandro Toledo, para asumir sus funciones. ¡Muerto el rey que viva el rey! ¿no, don Carlos?
Al respecto, queremos dejar en claro que este informe es una advertencia al señor Toledo sobre las artimañas de las que se está valiendo su candidato a la vicepresidencia con la finalidad de arrebatarle su máxima aspiración en un eventual triunfo en esta segunda vuelta electoral. Lo que queremos es advertir al señor Toledo sobre la clase de gente con la que se rodea, y que si quiere llegar a optar por la posibilidad de gobierno, entonces debe saber quién es quién en su entorno político. Se lo decimos, más que por su bien, por el bien del Perú. Esperamos que un "¿cómo vas a creerles a ellos más que a mí?" de Carlos Ferrero no ciegue al influenciable candidato Toledo.

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