En estas semanas, hemos sido testigos de una guerra sucia provocada por los ayayeros de los dos candidatos más fuertes. Esta guerra fue creciendo a medida que se acercaba el día de las elecciones. A pesar del ofrecimiento de la ONPE, los resultados oficiales no se dieron el mismo domingo simplemente porque a la oposición y a algunos observadores no les dio la gana. Ellos firmaron su deseo de que no se realice el conteo rápido, comprometiéndose así a esperar los tres días que tardaría el conteo mesa por mesa, hecho que demoró exagerada e innecesariamente el resultado oficial. A pesar de este compromiso, a las 4 de la tarde del domingo 9 ya estaban saltando en una pata, confiando en las proyecciones en "boca de urna" de las encuestadoras. Para evitar interpretaciones equivocadas y especulaciones que no llevan a nada bueno, este método no debería ser utilizado en la segunda vuelta. Es muy peligroso (nadie lo duda ahora) y está prohibidísimo por ley en varios países, por ejemplo en Chile. Más tarde, cuando ya se empezó a contar los votos de las mesas, se armó un tremendo chongo. Pero las causas no tienen que ver con el conteo, sino con la impaciencia, la inexperiencia y el odio ciego y sin razón.
Lo que sigue fue una historia de acomodos y reacomodos de opinión, en los que la oposición no se dio cuenta del grave daño que le estaba haciendo su impaciencia a la imagen del Perú en el mundo. Las calles vibraron al son de "fraude, fraude", insultos de toda clase y golpizas "pacíficas" a los que no compartían su opinión, aunque nadie conocía resultados oficiales. Las unidades móviles de algunos canales (el 5 y el 7 por ejemplo) fueron atacadas, sus equipos destrozados y sus camarógrafos salvajemente golpeados. Y luego se quejaron de que ningún canal de señal abierta transmitía sus mítines. ¿Se imaginan si se aparecían de nuevo por ahí? Los mataban. Amenazas de golpe, movilización de miles de personas que no iban a poder ser controladas por nadie, insultos al Presidente y a organismos a los que la Constitución da autoridad para llevar adelante las elecciones. Quiero resaltar, entre muchos otros, el espectáculo especialmente patético que protagonizó Susana Higuchi, la ex de Fujimori. Saludaba a los simpatizantes de la oposición mientras ellos le gritaban "Chino maricón" al padre de sus hijos. Más allá de sus líos personales con su ex-esposo, ella debería de aprender a actuar como madre y a no propiciar el sufrimiento de sus hijos. Hay que saber reconocer ciertos límites, más cuando se es madre.
La oposición confió, desconfió y reconfió en la ONG Transparencia en menos de 5 horas. Esperaron su proyección, que fue incompleta, en base a unas 700 mesas. Transparencia no sólo se acercó al resultado final que ha dado la ONPE, sino que fue quien reveló la mayor brecha entre los dos candidatos, más que cualquier encuestadora. Los observadores deben observar e informar, pero no manifestar opinión. El Director de Transparencia, Rafael Roncagliolo, uno de los principales defensores de la teoría del fraude, tiene un pasado que lo aleja mucho, muchísimo, de ser un maestro en democracia. En la década del 70 fomentó la expropiación de los medios de comunicación durante la dictadura militar de Velasco. Ahora da lecciones de democracia sin que nadie se lo haya pedido. Él debió abrir bien los ojos y cuidar su boca. A otro "observador", el líder del Consejo por la Paz, Francisco Diez Canseco, político con tendencias históricamente claras, nuestro Director-Fundador le dijo en los sets del programa "Mesa Política" de CCN el 9 de abril: "Pancho, deber’as cambiarte de uniforme porque el líder del Consejo por la PAZ no debería ODIAR, y tú odias a Fujimori". Muchos deberían chantarse el guante ante esta simbólica y representativa afirmación. Entre ellos, el conchudo de Mario Vargas Llosa, un novelista en todo el sentido de la palabra, quien se escapó del Perú por una piconería que no ha superado en diez años. Creyó que ¡por fin! podría desquitarse del chinito que le quitó el caramelito presidencial de la boca en el 90 al ser puesto en contacto con Toledo a través de un programa de radio y, desde la lejana Tailandia, ofrecer su apoyo a la causa "antifraude". Los opositores lo hubieran aplaudido si hubiera salido al balcón, olvidándose de que ahora es "chapetón" y que, en el extranjero, reniega del Perú como si su ex-país fuese un apéndice de Fujimori. Y ni qué decir de su hijito, cuyos libros deberían de ser textos obligatorios en las facultades de sicología y siquiatría de todo el mundo.
No hay excusa para que la oposición insultara y ofendiera a los encargados de organizar el proceso electoral y de contar los votos, la ONPE. Menos aœn a José Portillo, quien es un hombre serio y de prestigio internacional, un técnico de primera clase que ha sido invitado incluso a inspeccionar elecciones en el extranjero. La frase que sirve de título a esta editorial (con la que nosotros estamos de acuerdo) la mencionó él al dar el último resultado, visiblemente cansado del maltrato irracional del que ha sido objeto. Portillo, con la seriedad que requiere un organismo como la ONPE, ha dicho que cualquier observador o agrupación puede efectuar su propio conteo paralelo con las copias que tienen en su poder. Si creen que ha habido fraude, tendrán que demostrarlo y no amargarse antes de tiempo, con todas las gravísimas consecuencias que eso ha traído.
Hoy empieza la segunda vuelta. Toledo debería ver a quiénes tiene a su lado. Los perdedores, a quienes llamará, al estilo urraco, "los menos de tres puntos", han hecho creer que ellos sumarán. Date cuenta, Alejandro, hay sumas que restan. ¿A quiénes representan esos perdedores? Según la última y más rotunda encuesta, o sea las elecciones del 9 de abril, estos "comodones" (o comodines) han sido despedidos de la escena política por más del 90% del país. Chitón entonces, busquen chamba en otro lado y despejen el terreno. Ahora la cosa es entre Fujimori y Toledo, quienes empiezan la segunda vuelta con 0%. La estrategia de campaña de ambos debe cambiar visiblemente. No debe haber guerra sucia de ninguno de los dos lados (¿mucho pedir?), los canales de televisión abierta deberían transmitir un debate entre ambos, que sabemos que se va a dar porque Fujimori ofreció que en segunda vuelta lo aceptaría. Toda la población se dará cuenta en ese debate de quién conoce realmente la realidad peruana, quién tiene un mejor plan de gobierno y quién puede afrontar los siguientes 5 años con los pantalones bien puestos. Como siempre, aquí en GENTE hemos dado un ejemplo de apertura a todas las opiniones, y lo seguiremos haciendo hasta el 4 de junio y después, porque es nuestra obligación con ustedes, queridos lectores, y con el Perú, más allá de cualquier interés mezquino. Esperamos que los otros medios de comunicación de todas las tendencias entiendan que esto es necesario para llegar a una comprensión real de lo que está pasando en el país. Esperemos que los competidores saquen una enseñanza de lo que ha pasado estos días y que esto haya servido de algo.
Por razones obvias, esta edición está saliendo a circulación el viernes. Nuestra próxima edición saldrá el miércoles 26 de abril. Gracias a nuestros miles de lectores por votar por GENTE y hacernos ganar en primera vuelta y sin ninguna duda desde hace 42 años.


José Enrique Escardó
Director Ejecutivo