Domingo 9 de abril
Desde tempranas horas de la mañana, el Perú entero se movilizó hacia los distintos centros de votación para cumplir con su deber cívico. fue una verdadera fiesta democrática. Lejos quedaron las diferencias ideológicas y partidarias para confluir en una sola idea, ser protagonista de una de los episodios más importantes del país.
Las ánforas estuvieron a disposición de los electores desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde en punto, permitiendo con comodidad que familias enteras se desplacen por todo el país. Los centros de abastos no dejaron de laborar. Sin embargo, y como siempre, grupos de ciudadanos que no pudieron viajar a sus lugares de origen para sufragar exigían que se les abra una mesa de transeúntes. Fatalmente ese deseo no les fue concedido, pues la ley electoral así lo ha determinado.
El clima de paz que se vivií ese domingo no fue acosado por ningún hecho fortuito. La ley seca se cumplió en estricto orden.
La población peruana esuvo protegida por más de cien mil policías y numerosos contigentes de las fuerzas armadas, que en todo momento estuvieron listos para actuar ante calquier eventualidad callejera.
En suma, unos 14 millones de peruanos inundaron las calles de todo el país sin ningún contratiempo, en un auténtico ejercicio de nuestro deber ciudadano, a diferencia de la década del 80, cuando salir a la calle nos podía costar la vida.