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César Toro: Hechicero Poético




Conozco a César Toro Montalvo desde antes que naciera. Ya no sé cómo se me presentó, a fines de los 60's con algo de poesía en las manos, todavía sucias por el oficio humano que, en ese entonces, en un mercado (no en un supermarket) desempeñaba.

En realidad no lo conocí, sino que lo reconocí, pues su esencia era (es) la de todos los artistas populares: encarnación de fuerzas ocultas, proyección de telurismos semejantes a los que dieron a luz a un José María Arguedas, a un Carlos Oquendo de Amat.

Conocí a César Toro en su hogar de pueblo: conoc’ a su dulce hermana, conocí a su entrañable madre, mujer trabajadora que, seguramente, más de una pesadilla habrá tenido al comprobar que no hab’a dado a luz a un buen comerciante, sino a un poeta, con todo lo anormal que esto tiene. Pero ella (y la hermana) siempre lo apoyaron, no sé si con la esperanza de que la chifladura de la adolescencia o primera juventud le pasaran "con los años".

Pero la cosa fue de mal en peor. El Torito se metió a fondo en la literatura. No hacía otra cosa (aunque, creo, seguía ayudando a su madre en el "negocio") además de soñar, estudiar Literatura en la Garcilaso, y publicar febrilmente.

Sí, febrilmente, porque (nacido en 1947, en Lambayeque) desde los 21 años empezó su bibliografía, con una inhallable plaqueta, Dulce lila sobre mi cabeza. Pero su obra sálida se inicia, en realidad, en 1970 con Mágicas y Mabú, el meleno de la guitarra. Luego viene su encuentro con el magno poeta Xavier Abril, quien le prologa su delirante Las crías de los huevos de mármol, apoteosis de la vanguardia. Luego de varias plaquetas más, en el 80 lanza un libro muy sólido: Torres y praderas de Machu Picchu. En la misma década, en el 83, su Alma Máter, le publica Arte de soñar. Sabor de la cascada es del 87, en el mismo año en que edita sus Crisantemos. El libro del Tío Gorrión contiene poesía para niños y fue editado por el INC, en 1989.

En 1990 se erige su momento en vida al publicar, con prólogo de Ricardo González Vigil, bajo el título sintomático de Arte de soñar, sus poesías completas. Retrato memorable y Reyes, astros y enanos, son las obras con las que concluye el siglo este poeta que discurre entre el sueño y la vigilia, entre la vida real y lo onírico.

Auténtico y expresivo de un mundo surreal, César Toro Montalvo es uno de esos "raros" que se dan en todas las literaturas, con el añadido de que no es sólo, la de él, la obra de un alucinado de la poesía sino que, como dice RGV "añadamos que la producción de CTM como crítico, antólogo e historiador de la literatura es enorme, una de las más abundantes de la bibliografía peruana. De otro lado, es uno de los poetas de los 70's con mayor conciencia generacional, uno de los que más han difundido las voces de su generación en libros y recitales bajo su organización".

Toro, por momentos, nos parece una encarnación de esos wamanis que iluminaron a José María Arguedas: con su fuerza, con su imperfección, con su capacidad avasallante, el poeta, hoy Decano de una Facultad de Educación es, en realidad, varios personajes en uno.

Desde la poesía visual, y metido a fondo a una concepción oracular del orbe, su obra discurre entre lo lúdico y el mensaje de desasosiego frente a un mundo que pretende emascular la imaginación.

Todo esto es posible percibirlo en sus dos rutilantes libros, Retrato memorable y Reyes, astros y enanos, publicados por una editorial inventada sin duda por él: "Palabras del oráculo".

Toro tiene la magia de mantenerse siempre joven, por la fuerza de su imaginación y la justicia de su causa que los dioses defienden: la de la poesía.


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