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Artículos de Fondo 
       
Edición 1320
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      La falta de comunicación
     en la pareja 
 
  


Es uno de los principales problemas que aún no se pueden superar. Mientras ellas hablan sin tapujos de sus dolores premenstruales y papanicolau, ellos cubren con un velo de misterio el órgano sexual. Ciertas verdades pueden ayudar a la relación.

Dialogando cuerpo a cuerpo nuestro afán de conservar al hombre amado y convencidas de que la intimidad debe perfeccionarse día a día, nos creemos perfectamente informadas y hasta llegamos a pretender que ya lo sabemos todo sobre la virilidad. El también cree saberlo, y sin embargo llegan las largas noches de desentendimiento sexual. Curiosamente, en estos baches de la relación es la mujer quien tiende a echarse la culpa o suponer que es la causa de los problemas.

No siempre ocurre así. El maravilloso diálogo corporal puede interrumpirse por problemas provenientes de él. Y una manera de proteger la relación de pareja es informarnos mejor sobre la sexualidad masculina. Pene, escroto, testículos y próstata son palabras que el hombre no usa con la misma asiduidad con la que nosotras decimos papanicolau, nódulos, mamas, menstruación. Si él se empeña en no prestar atención a sus partes íntimas y está convencido de que su capacidad erótica es indestructible, nosotras podemos acudir en su ayuda, contribuyendo así a preservar la comunión del goce.

No lo obliguemos a mentir potencia

El hombre, preocupado por su propia falta de respuesta suele tomar dos caminos; se refugia en un silencio obstinado o finge el orgasmo para quitarse el problema de encima y poder dormir en paz. Este último recurso es menos difícil de lo que se supuso hasta ahora; no resulta demasiado complicado convencer a una mujer satisfecha de que todo salió perfecto y ha quedado completo el ritual del amor. Es sencillo persuadirla que entre la mucosidad que ella segrega normalmente está confundido el fluido viril.

Por otra parte, antes de la eyaculación se produce en el hombre, la emisión de un líquido proveniente de las glándulas de Cowper que, si bien no contiene semen, está encargado de higienizar el conducto uretral por donde éste fluirá. Este líquido puede también confundir a la mujer que por su parte segrega un flujo muy abundante cuando está excitada. Es asombroso que le cueste tanto al hombre reconocer un pasajero (o proclive a perpetuarse) estado de impotencia.

Anatomía de la virilidad

Es cierto que hay hombres mejor dotados que otros. Sin embargo, esto no es de fundamental importancia para el gozo que él pueda proporcionar, ya que en plena erección, un pene poco generoso en estado de flacidez alcanza la misma longitud de aquél que en estado de flacidez presenta dimensiones considerables. Los científicos coinciden en que una longitud que oscile alrededor de los 10 cm. en estado de flacidez y 15 cm. en estado de erección es una medida aceptable.

La mayoría de los hombres suponen que su pene no es lo bastante grande, detalle que reduciría su ranking en la escala de la sexualidad, pero hoy las mujeres sabemos que el grado de placer que podemos alcanzar va mucho más allá de la dimensión del órgano que lo produce. Más aún, para la mujer que ha pasado cierto tiempo con un hombre dotado más que generosamente por la naturaleza, una diferencia de tamaño no significará una disminución de su interés por el nuevo compañero, puesto que su plataforma orgásmica está presidida por el clítoris, ubicado en una región poco profunda (y por lo tanto fácilmente accesible) de la vagina.

Un órgano masculino de relativas dimensiones la llevará al orgasmo tal como lo haría uno de tamaño mayor. El pene está formado por tres conductores de tejido eréctil esponjoso, que se endurecen como respuesta a una estimulación producida por la visión o el recuerdo de una atractiva femineidad. (El proceso de erección masculina es equivalente al que se produce en el clítoris de la mujer).

Un espasmo que se extiende por todo el cuerpo

La excitación empieza en el cerebro y desde allí se transmite gracias al sistema nervioso hasta el órgano sexual. Es entonces cuando el pene se hincha, se entumece, porque el músculo que hay en su base se pone tenso cerrando las válvulas que impiden que la sangre que circula por él pueda escapar.

En el momento de la eyaculación, se producen varias contracciones musculares que provocan la eyección del semen. El esperma, transportado por el semen (en el que está diluida) viaja a través de la uretra (un orificio pequeño ubicado en la punta del pene, que también le sirve al hombre para expeler la orina) y sale al exterior en forma de chorro. Para disipar las dudas de algunas mujeres que sienten repugnancia ante la perspectiva de que el semen salga confundido con orina, es importante aclarar que en un hombre cuando se produce una erección, los músculos que cierran las venas también obstruyen la entrada de la vejiga.

El semen expulsado que no ocuparía más que una cucharadita de té consiste en un fluido lechoso, blanquecino, que contiene treinta y dos elementos químicos distintos, entre ellos, vitamina C, vitamina B12, sulfuro, zinc y potasio. El esperma constituye sólo un dos por ciento del total del volumen de semen eyaculado. Cada espermatozoide (las células germinales que nadan en el semen) tienen cabeza, cuello y cola.

Mucho se ha avanzado sobre el comportamiento de la célula masculina primordial: se han derribado muchos mitos y han sido detectadas muchas curiosidades. Pero lo que no ha perdido vigencia es la certeza de que los varones necesitan tener una poderosa imagen de sí mismos. Para ellos, atreverse a hablar de sus problemas suele resultar psicológicamente amenazador.

De repente, el éxtasis

Tras un período de excitación, que puede durar desde un minuto hasta horas, culmina para él la relación sexual. Surge una intensa sensación conocida por orgasmo, clímax, llegada. ¿Cómo es para un hombre ese período que precede a la eyaculación? Es como si de su sexo brotaran centellas y todo el mundo fuera a estallar en un gigantesco incendio y en ese fuego se concentraran todas sus energías físicas y mentales. Entonces el tiempo se detiene, la respiración se interrumpe, los nervios se tensan de placer. Luego la excitación se ve aumentada (en cien veces) y se produce el orgasmo, semejante a un bip en la pantalla de radar. El hombre pierde el control; no podría explicar qué fue lo que le ocurrió. Es como si lo acometiera un leve ataque de amnesia.

Aunque parezca increíble, un orgasmo completo no dura más de 10 segundos y es posible, aunque no habitual, que se produzca un orgasmo sin que haya eyaculación o, a la inversa, que haya eyaculación sin orgasmo.

Después de la eyaculación, los conductos eréctiles se encogen y ablandan y las válvulas venosas se abren para que la sangre vuelva a circular por ellas, en este caso, que se retire de las venas que estaban congestionadas. El pene retorna entonces a su estado de flacidez. Algunos hombres logran tener una erección inmediatamente después de eyacular. Otros necesitan por lo menos veinte minutos.

La erección no siempre es fruto de la estimulación erética. Puede también ser consecuencia del uso de pantalones muy ajustados o de la vibración que produce un vehículo al conducirlo; éste es un problema que se acentúa en los conductores de camiones o vehículos que cubren largas distancias.

Muchos hombres no tienen conciencia de que en el curso de una noche entera pueden tener por lo menos cinco erecciones, que duran aproximadamente treinta minutos; este fenómeno se verifica aun en hombres con problemas de impotencia. Las erecciones son bastante difíciles de controlar. Un hombre no puede decir de pronto: mi mujer está excitada y tengo que satisfacerla de inmediato. Los genitales masculinos son caprichosos e impredecibles.

A veces es mejor tomar el problema con cierto humor, con amor o con sentido común.

La próstata, ¿por qué es tabú nombrarla?

Esta glándula es una de las claves más importantes del cuerpo masculino. Tiene el tamaño de una nuez y con los años se vuelve más propensa al cáncer. No es un órgano visible como el pene; está situada en la parte baja del vientre, justo en el cuello de la vejiga urinaria. Sus pequeños racimos fabrican el líquido seminal y lo almacenan hasta que llega el momento en que éste debe salir por el tubo urinario del hombre. Cualquier problema que surja en la próstata (infección, inflamación, tumor) puede hacer que una sección de ésta se inflame aumentando su volumen y obstruyendo la salida de la orina. Y se produce una infección.

Contrariamente a lo que sucede con otras partes del cuerpo, la próstata no se comprime sino que se agranda con los años. A los 50 años sólo el 20 por ciento de los hombres registra ese agrandamiento; a los 70 la proporción aumenta a un 70 por ciento.

¿Qué problema trae el crecimiento de la próstata?

Si la uretra queda comprimida, si hay ardor o se advierte la necesidad de orinar frecuentemente, se hace ineludible la consulta inmediata con el médico clínico. Una mujer sensata debería recordarle a su marido que la posibilidad de una intervención quirúrgica es muy remota (una posibilidad entre veinte) y que si hubiera que practicarla, los intervenidos continúan con su vida sexual habitual.

¿por qué fingen ellos el orgasmo?

  • Para no decepcionar a una mujer a la que ama tanto como ella lo ama a él.
  • Para impresionar a una pareja que teme estar a punto de perder.
  • Por creer que debería alcanzar un clímax con su mujer al mismo tiempo.
  • Por temor a no demostrar un voltaje erótico equiparable a un ex compañero de su actual mujer.
  • Para que su mujer no quede embarazada a pesar de que ella lo desea.
  • Porque tiene la sensación de que el encuentro sexual se prolonga demasiado tiempo y él se nota cansado o aburrido.
  • Para convencer a su compañera de que todavía ella le resulta tan apetecible como ayer.
  • Para demostrar en un primer encuentro que no está asustado y que está dotado sexualmente en forma impresionante.
  • Para probar que es capaz de experimentar más de un orgasmo.


¿Cuándo hay que acudir al médico?

  • Cuando descubre en el glande una lesión (o una especie de ampolla) que pareciera hecha con un sacabocado.
  • Cuando advierte una secreción purulenta en la punta de su órgano sexual.
  • Si tiene dificultades en la micción (frecuencia intensificada, cantidad disminuida, orina en forma de hilo adelgazado, sensación de no haber vaciado totalmente la vejiga).
  • Cuando siente escozor, ardor, picazón, en cualquier parte de sus genitales.
  • Si aparecen verrugitas en la superficie de la piel de sus genitales.
  • Cuando transita por episodios frecuentes de impotencia.
  • Cuando aparece imposibilidad total o parcial de controlar la eyaculación (episodios frecuentes).
  • Después de haber mantenido aunque fuera una sola relación sexual con una pareja que pudo ser portadora del SIDA.
  • Después de cumplir 45 años un hombre debería consultar al médico o al urólogo una o dos veces por año aunque no notara ningún síntoma. Recuerde que es mejor prevenir que curar y que él además, sin querer puede contagiarte algún mal.


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