Ayacucho: Bajo el cielo acompasado de un típico sol serrano, mixtura de fuego y nieve. Junto al reportero gráfico J. C. Guzmán, cubríamos las incidencias del mitin del candidato Alejandro Toledo. De pronto, escuchamos a los integrantes de Perú 2000 lanzar una serie de gritos a través de un potente equipo esterofónico: ¡Mentiroso, devuelve la plata de CLAE!
Sí, fui en busca de la acción, e ingresé raudamente al local de Perú 2000. No me dio tiempo de avisar a Guzmán, quien estaba en plena búsqueda de la mejor pose del "cholo". Fue así que me encontré justo en el lugar donde nadie me había llamado y lo primero que percibí fue la mirada de siete pares de ojos, quienes gritaban cogiendo un sofisticado micro. Un individuo me observaba silenciosamente de lejos. Vestía con blue jean y saco sport. Se acercó altivo, dueño del mundo y con voz cortante dijo: "¿Eres de la revista GENTE, no?" tras leer mi credencial. Hablaba y se acercaba amenazante cada cada vez más. ¿Tú has llegado con Toledo?, ¿sabes, acá puede haber muertos o heridos y no pasa nada? Sacudí la cabeza e intenté salir, pero las dos únicas puertas estaban cerradas con grandes candados. Permanecía más de dos horas en el lugar, virtualmente secuestrada cuando miembros de la Defensoría del Pueblo y efectivos policiales, se acercaron pugnando por entrar, pero las puertas seguían selladas con candado. Todo ese show, obligó al sujeto y a sus secuaces a abrir las puertas. El individuo, identificado como Abraham de la Cruz Garamendi, candidato al Congreso por Perú 2000 alcanzó a decirme: "Nos veremos más tarde". Según algunos, este señor está acusado por asesinato. ¡Qué tal joyita la de Perú 2000!
Es paradójico que sucedan hechos como estos, ya que si bien es cierto GENTE mantiene una posición independiente, es tildado de fujimorista por ciertos sectores. Lo cierto es que desde estas páginas mantenemos nuestra independencia, tal como lo hemos demostrado hasta la saciedad. Lo lamentable es que existe gente que no ve más allá de sus narices y por más que se les demuestre una realidad, siempre seguirán pensando que a los niños los trae la cigüeña. En fin, los ayayeros continúan metiendo las cuatro. Para nosotros, sólo se trata de gajes del oficio.