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Memoria del aire 
       
Edición 1317
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                                         Memoria del Aire 

¡Estamos de aniversario!



Mariátegui, nuestro recordado Amauta, expresaba que una obra no valía sólo por la audacia del grito, de la proclama inopinada, sino por la constancia, por la permanencia. Durar es lo más difícil en nuestra república de claudicaciones y desengaños.

Y esto valía, especialmente, para referirse a las obras del espíritu. Las revistas, sin duda, son parte preferencial de estas tareas ímprobas, mal entendidas, quijotescas.

José Carlos se refería al espíritu que quiso Ðy supoÐ insuflar a su órgano de expresión, pero el pensamiento es válido para todas las faenas en las que la inteligencia se aúna a la sensibilidad, la razón a la estética, el buen juicio a la complacencia del alma.

Todo lo anterior es como un estandarte que, igualmente, podría ponerse en el frontis de GENTE, que cumple 42 (cuarenta y dos: así se escribe, por si acaso) años en medio de un país que, a veces, parece caerse a pedazos, y donde pensamos que no hay lugar sino para las salvajes leyes del mercado o los mirajes de una globalización que, a pesar de sus obvias ventajas (escribo en una computadora y puedo enviar este art’culo por correo electrónico), mantiene a varios miles de millones de seres humanos en la condición infrahumana.

El buen azar me trajo a esta buena casa, en medio de tan buena gente, que hoy, con justificado orgullo, se empina para celebrar su 42¼ Aniversario integérrimo.

Creo haber ya contado esto, pero vale la pena que recuerde el fortuito encuentro con mi añejo amigo Enrique Escardó Vallejo, en la presentación del libro de un amigo común. Palabras van, palabras vienen. Que dónde escribes ahora. Y yo le dije, sencillamente, que, de modo orgánico, en ningún medio. Por allí medran las mafias, los grupos, las argollas; en fin, lo indeseable para quien cree en el ejercicio libre del pensamiento y en la posibilidad de usar la pluma como un elemento constante de pedagogía (por otra parte, eso es lo que enseño hace treinta y cinco años en universidades del Perú y del extranjero).

Enrique, con esa simpatía y espontaneidad que lo caracterizan, no lo pensó dos veces y, al tiempo que me ofrecía un rincón en su casa solariega, ordenaba al fotógrafo que imprimiera un par de placas para que la columna que, de inmediato, debía empezar a escribir, tuviera el ícono del suscrito. (¡)

Desde entonces (creo que ya hace de esto un par de años), he tratado de usar el rincón que me ofreciera el dilecto Enrique Escardó, en medio de su buena gente, con la dignidad y la ética que mi condición profesional y artística me permiten; y, además, para que la confianza del amigo no sea defraudada. Y, según he recibido informes (pero no de Vladimiro) esto no ha sido así, porque el público nos favorece con su lectura.

Y, si se trata de hablar de "secretos" éste sería el de tratar los hechos culturales y sociales, que abordo hebdomadariamente, con la mayor dignidad, con el mejor nivel. Y si alguna vez mis lectores deben ir al diccionario, les recuerdo que cuando yo leía al propio Mariátegui, a Ortega y Gasset o a Borges (lejos de mí, por cierto, compararme con ellos: es un mero ejemplo), igualmente tenía que consultar al repositorio verbal.

Y la razón es una: el lenguaje cotidiano está en trance de pauperización: los medios de comunicación (GENTE, excluida, por cierto), precisamente, ejercen el triste papel de celestinas en este empobrecimiento no sólo del léxico, sino de una atmósfera ética, respirable para una sensibilidad aguzada.

Pero la lengua y la cultura son un inmenso caudal, cuyo uso pleno, caracteriza al hombre culto. Y eso queremos que sea nuestro lector ideal. Por lo menos el que se acerca a nuestra columna.

Lo cual no quiere decir que nos marginemos (soy el primero en negarme a ello) del espectáculo arrebatador de la belleza de nuestras mujeres, que más de un poema pueden motivar.

GENTE, pues, donde me siento bien, posee el secreto, el leitmotiv de dirigirse a los jóvenes, motivarlos para que polemicen, para que se expresen, para que su sana iconoclastia sea productiva, y no sucumban en la meramente destructiva posición apocalíptica.

GENTE, donde José Enrique, el cachorro de tigre de mi dilecto hermano Enrique, tiene la oportunidad de publicar una carta en la que llama la atención por un texto cuya publicación es demorada. ¡Qué hermoso espectáculo, por cierto! ¡Qué saludable! Si es verdad que todo comienza por casa, aquí vemos una situación paradigmática.

La democracia, en efecto, empieza por el hogar. Esto es salutífero y necesario en esta hora de avestruces de diverso jaez.

¡Hurra porque 42 años, para nuestra revista GENTE (y no hay muchos casos similares) pueden, en este caso, ser sinónimo de plena juventud!



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