Alejandro Guerrero es, sin duda, uno de los periodistas más importantes y reconocidos de nuestro país. Sociólogo de profesión, pero periodista de nacimiento, Guerrero ha hecho de todo. Ha sido un arriesgado reportero de investigación, luego un extraordinario realizador de documentales y ahora se encuentra listo para debutar en un nuevo programa de entretenimiento cultural, llamado IQ 120. Haciendo un espacio en su recargada agenda, Alejandro Guerrero habla con Gente de todo, de sus inicios, de los documentales, de sus anécdotas e incluso de la polémica situación política actual.
¿Cómo así decidiste estudiar periodismo o no fue tu primera opción?
No, no fue mi primera opción. Yo vengo de la sociología y en mis primeros años me dediqué a la enseñanza, a veces en academias preuniversitarias, a veces en colegios, después en la misma universidad. De esa actividad pasé al periodismo.
¿Por qué siempre te interesó el periodismo?
Porque era una época especialmente interesante. El inicio de los años 80 fue la época en la que le devolvieron los medios de comunicación confiscados a los verdaderos dueños quienes querían desarrollar la televisión, darle una dimensión nacional, subir la señal al satélite. En ese tiempo el periodismo en televisión no estaba todavía muy desarrollado en las universidades, entonces había que reclutar profesionales de distintas áreas, sociología, derecho, literatura, qué sé yo. Yo fui uno de ellos. Llegué a Panamericana en 1981, contratado por el equipo de noticias, que en ese tiempo manejaba Carlos Paz Cafferata, un extraordinario maestro del periodismo, y fue allí donde aprendí el trabajo de reportero.
De joven uno tiene a veces un concepto idealizado de lo que es el periodismo y de la verdad. ¿Hubo algún momento en que te desencantaste del periodismo?
No. Fíjate que para mí los primeros 12 años de trabajo periodístico fueron extraordinariamente emocionantes, porque a mí me tocó un momento especial en la historia del Perú. Los años 80 y un poco de los 90 han sido la época más activa y excitante para el periodismo. La aparición de los grupos terroristas, Sendero Luminoso y el MRTA, el despliegue de las operaciones militares y policiales en la lucha contra el narcotráfico, problemas y fenómenos sociales. Entonces, había una gran cantidad de trabajo, había muchas ganas de hacer periodismo, de hacer las cosas bien hechas.
¿Fue por esta época en la que tú pones de moda los grandes"destapes" televisivos?
Era una época con mucho más iniciativa para hacer el trabajo y mucho apoyo de los mismos medios de comunicación.
¿Tú crees que ahora falta ese apoyo?
La televisión especialmente sufre los estragos de la recesión. El periodismo de investigación, el periodismo de verdad es caro. El periodismo que le da tiempo al reportero para investigar, para profundizar en su nota, es un periodismo que requiere presupuesto. La recesión es dura y lo que es más, hay una especie de cambio en el gusto del público. El público se inclina más hacia las cosas de entretenimiento, hacía las cosas frívolas, que hacia el verdadero periodismo de opinión, de profundidad.
¿Crees que a eso se deba el éxito de talk shows o programas como el de Magaly?
Yo creo que eso se debe a dos cosas. En primer lugar, al pobre nivel educativo que tiene la población peruana. La educación pública en el Perú es muy pobre, deja mucho que desear. Ese es el público que tenemos actualmente, una población desinteresada. Eso por un lado. Por el otro lado, la televisión misma se ha dejado llevar por el rating y la competencia por hacer más negocio que crear opinión a través de un medio. Ahora es una televisión decaída, que lucha desesperadamente por sobrevivir sobre la base del entretenimiento y el sensacionalismo, que da mucha sintonía y permite vivir. Pero yo lo veo como una etapa. Va a cambiar. La gente se va a aburrir de todo esto y va a llegar un momento en que va a buscar una televisión de mejor calidad.
De tu época de reportero, ¿qué destape recuerdas con mayor emoción?
Bueno, todo lo que fue reportajes relacionados con Sendero y con el MRTA fueron realmente espectaculares e interesantísimos. Nosotros fuimos el primer equipo de televisión que entrevistó a Polay en la selva. Encontramos la primera columna de guerrilleros, vestidos, armados, con sus sistemas de comunicaciones, caminando libremente por la selva. Entrevistamos a su líder y mostramos la dimensión que había adquirido ese foco guerrillero. Después hemos cubierto muchas incursiones senderistas con gran riesgo, en zonas muy peligrosas.
¿Qué sentías en esos momentos?
Yo tenía en esos tiempos una actitud muy curiosa. No me daba miedo cuando estaba en el momento, cuando estaba buscando la información. En medio de balaceras, en atentados, en enfrentamientos del Ejército con el terrorismo, nunca tuve miedo. Me daba mucho temor cuando llegaba a Lima, revisaba el material y veía dónde habíamos estado y decía: ¿Qué hemos hecho? Pero en el lugar, era la adrenalina de buscar la información. Además, todo el mundo buscaba las columnas guerrilleras, buscaba un contacto con Sendero, buscaba estar en un despliegue militar. La competencia era muy saludable.
¿Qué impresión te causó Polay?
Al comienzo nos dio mucho miedo, porque cuando cruzamos el puentecito de San José de Sisa, que fue el pueblo donde los alcancé, el puente estaba tomado por una columna guerrillera, que parecía el Ejército. Todos estaban uniformados de verde, con sus fusiles FAL, AKM, con granadas en el pecho, con radios de comunicación. Entonces, al comienzo el camarógrafo me dijo: "Es el Ejército" y yo le dije: "No, el Ejército no está por estas zonas". Y el chofer me dijo: "Señor, no avanzo más, ahí están los terroristas, ésos son los cumpas". Entonces bajamos y caminamos unos 50 metros acercándonos con la cámara prendida y recuerdo que el primero que se nos acercá, se desprendió una granada del pecho, le quitó el pasador delante de nosotros y nos dijo: "¿Quiénes son, qué quieren?" Yo recuerdo que saqué mi credencial de prensa y le dije: "Tranquilo, sólo queremos saber si podemos hablar con el comandante". El extendió la mano, tomo la credencial, se fue más allá, le volvió a poner el pasador a la granada y volvió a los 20 minutos: "Dice el comandante que pasen". Esta parte fue de mucho temor.
¿Cuándo decides dejar de lado esos reportajes y dedicarte a los documentales?
Por esa época ya empecé a cambiar, a tratar de hacer algo que no fuera tan metido con el trabajo de reportero. Quería cambiar, el país se estaba pacificando y decidí hacer otra cosa y empecé con los documentales.
¿Cómo así surge la idea?
Fue, en primer lugar resultado de un viaje que hice a Alemania para trabajar lo que era reportaje de investigación. Pero cuando llegué allá me di cuenta que la mayor parte del canal estaba dedicado a grandes producciones sobre América Latina. Ellos habían viajado, con mucho gasto, para hacer un documental sobre la selva peruana o sobre los indios de la cordillera o el lago Titicaca. Y pensaba: "Estos gringos hacen viajes tan largos para hacer una cosa que nosotros tenemos a la vuelta de la esquina y no le damos la menor importancia". Va la BBC, National Geographic, el Discovery y ellos son los que nos muestran qué hay en el país, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros? Y me fui con esa idea.
¿Y cómo así se logró?
Le propuse la idea al editor general de Panamericana y por supuesto me la rechazó. "Estás loco", me dijo. "Tú siguen haciendo reportajes, los documentales no tienen sintonía. Además, no es tu fuerte. Tu fuerte son los grandes destapes, la guerra". Pero yo le dije: No, estoy cansado, quiero hacer estas cosas, la televisión peruana no tiene nada sobre esto.
Y los convenciste.
Bueno, con mucha resistencia aceptó. "Bueno, haz uno", me dijo. Me dieron un poquito de plata y con la misma cámara con la que había ido a hacer terrorismo y narcotráfico nos fuimos al Manu. Y así hemos hecho nueve documentales.
Tienes un trabajo envidiado por muchos periodistas: conoces el Perú, lo das a conocer y además te pagan.
Es como encontrar el trabajo perfecto. Que te den el tiempo, el presupuesto y el espacio para hacerlo, que nadie te apure, que te dejen hacer un trabajo de calidad, que no haya cierre, que salga cuando está listo. ¡Qué bacán, no!
¿Tú sufriste algún riesgo en alguno de los viajes?
En el documental de Cuzco me dio pulmonía. Estuve tres días metido en una clínica y casi me muero. Pero fue una experiencia curiosa y aleccionadora. Fue en Ollantaytambo, subiendo por la cantera de donde los incas sacaron las piedras para hacer la fortaleza, de un cerro llamado Cachijata. Me fui ahí a verlo, cayó la noche y me enfrié. Baje al Cuzco con fiebre y el médico me decía: "Qué raro que no reaccionas a los antibióticos". Y luego vinieron unos amigos míos cuzqueños y me dijeron: "Mira, esto no es una enfermedad, esto es un mal que te has hecho a ti mismo por andar pisoteando sitios que tienen una fuerza especial, que hay que respetar. Y tú has entrado con tu cámara y eso es faltarle el respeto a las montañas". Me lo dijeron de una manera tan persuasiva que les dije: ¿Qué podemos hacer. "Bueno (me dijeron) hemos traído un sacerdote andino, que te va a hacer una curación". Y yo sintiéndome un poco ridículo y avergonzado permití que en la misma cama de la clínica me pasaran una pluma de cóndor por el cuerpo y me pusieran unas piedras rituales a los lados. Bueno, de ahí me quedé dormido y al día siguiente empecé a reaccionar bien. Yo no sé si fue resultado de los antibióticos o de ésto, pero al terminar, cuando salí de la clínica me llevé a todo el equipo al cerro Huanacaure y presentamos un pago de respeto a la tierra.
Cambiando de tema, como periodista ¿qué opinas de la coyuntura por la que estamos pasando, la supuesta falsificación de firmas, el cuestionamiento a la libertad de expresión?, ¿que no hay libertad de expresión?
Para mí es una cosa increíble, porque esta es la primera elección, y yo he cubierto muchas en el Perú y en el extranjero, donde prácticamente la televisión no participa, donde no hay propaganda electoral, donde los jóvenes que van a votar por primera vez no disfrutan de la fiesta de la democracia.
¿Por qué crees que la juventud no sienta esta elección como una fiesta democrática?
Porque los medios de comunicación no están preocupándose verdaderamente por crear opinión. Porque las elecciones no son una fiesta, son un funeral ahora. Antes hasta las propagandas de los candidatos eran graciosas. Salía la mecedora, la chica que bailaba negroide, la que decía que el hombre mientras más feo más hermoso y era la propaganda de Chirinos Soto. Eran muy ingeniosos para tratar de convocar el voto del público a través de la televisión.
¿Los políticos han perdido la capacidad de atraer a los jóvenes?
La oposición no ha sabido atraer al público. A los candidatos no los veo con una propuesta interesante. Por ejemplo, me asombra notar que a mitad de la campaña quieran renunciar. ¿Para qué se inscribieron entonces? Andrade empezó con muchas ínfulas, Castañeda llegó a tener 20 y 21 puntos, y después comenzaron a desinflarse, porque han sido pura queja. Han sido personas que han estado combatiendo a Fujimori, en vez de presentar sus propuestas y de seducir al público con ellas.
¿Crees que no han tenido la oportunidad de dar a conocer sus propuestas?
Probablemente sí. Por ejemplo no se puede dejar pasar por alto lo que ha publicado El Comercio. Un millón de firmas falsificadas, una fábrica de firmas montada por el congresista Medelius para estafar, para hacerle trafa a la ONPE, al Reniec. Eso nos crea una malísima imagen a nivel internacional, qué tipo de país informal. Y las respuestas que ha dado el presidente de la República son pobres, balbuceantes. Querer tomar distancia de Perú 2000, pero si él apareció con su tremendo cartelazo de Perú 2000 el día que se lanzó. El presidente debería mostrar una enorme energía y pedir una investigación severísima. Si algo los candidatos pueden hacer a nivel de protesta enérgica es con este caso. Todo lo demás de que han estado quejándose eran tonterías.
¿Esto crea dudas sobre la transparencia del proceso?
En este país hay una de caraduras. En cualquier país del mundo ocurre esto y el jefe de la Reniec salta, vuela como un fusible, y el de la ONPE también y caen dos o tres ministros. Acá no pasa nada. Aquí cae bien la frase que dice Marco Aurelio Denegri: "Si Hamlet hubiera vivido en el país se hubiera vuelto loco, porque acá ser o no ser es lo mismo". Eres tramposo o no eres tramposo, haces trafa en las elecciones o no las haces, es lo mismo, sigue para adelante.
¿Cómo ves el futuro del país?
Con optimismo. Yo creo que el Perú está bien encaminado. Fujimori ha hecho un buen gobierno, pero ha sido un enorme error querer re-reelegirse.
¿Por qué crees que lo hizo?
Yo creo que Fujimori es rehén de toda la gente que lo rodea. Yo escuchó una vez las declaraciones de Keiko Sofía Fujimori que dijo: "Yo quiero que mi padre se retire", y lo dijo con una mirada de tristeza, como diciendo: "Me da pena que no lo pueda hacer". Eso era lo que la mirada de Keiko me parecía que decía en el fondo, como que sentía que no lo dejaban retirarse, que hay demasiados intereses y gente detrás del poder que obliga al presidente a mantenerse. Ha sido un magnífico presidente. Yo no me quedo corto al decir que ha sido el mejor presidente de los últimos 50 años, pero su gravísimo error ha sido querer eternizarse, pisotear las normas, violar las leyes y darle un malísimo ejemplo a los jóvenes. Disuelve el Tribunal Constitucional, toma de rehén al Poder Ejecutivo, controla todos los poderes del Estado. Oiga señor presidente, le agradecemos la paz, la estabilidad económica, le agradecemos la disciplina fiscal que usted ha impuesto, la seriedad con la que ha manejado el país, la paz con las fronteras, le agradecemos todas las buenas cosas que ha hecho, ahora váyase, descanse cinco años y vuelva a presentarse, pero no malogre todo lo que ha hecho pisoteando la ley.
Pero ya lo malogró.
Ya no hay retroceso, ya se presentó y es una pena.
Finalmente, ¿cómo ves tu futuro?
Yo creo que como en toda profesión, en el periodismo pasamos por etapas buenas y malas, por momentos en los que se reduce nuestra independencia y nuestras posibilidades de trabajar con iniciativa, pero van a regresar. Yo confío mucho en que los dueños de los canales van a proponerse a hacer una mejor programación en la televisión peruana. Veo también con mucho futuro al Perú. Yo diría a la gente que está pensando en irse porque no le ve futuro al país: "Quédense y peleen por el país, búsquense un espacio". Que no se nos vayan los jóvenes más inteligentes, la gente con más ideas. Somos un país con gran potencial. Pero me apena ver que no progresamos. Hacemos poco, parece que nos enderezamos, pero sigue lo mismo. Yo me doy cuenta porque viajo mucho. Todo está parado, no cambia nada. Pachacútec regresa y el agua la están usando de las canaletas que él mandó a construir. Hay que querer al país. Fujimori ha sido un gran presidente en las cifras, en el manejo, pero le ha faltado un poco de corazón.
|