Si Gonzalo Bulnes Mallea no existiera, el esp’ritu, los manes de Barranco, lo hubieran inventado.

Periodista acucioso, investigador literario y artístico, pero sobre todo, como en la ya celebérrima frase de Antonio Machado, "en el buen sentido de la palabra, bueno", Bulnes, peregrino de la cultura, discurre en numerosos meandros de la creación, pero siempre tiene, como Norte, a su Barranco querido, al que viene dedicando su revista homónima, que ya va por el número 6, entrega que fuera dedicada nada menos que a la figura de César Vallejo, pero no sólo por lo que de universal tiene el vate santiagochuquino, sino, sobre todo, por las huellas que de éste quedaran, naturalmente,... en Barranco.

En "Barranco, la ciudad de los molinos", edición N°6, usted podrá descubrir que los famosos poemas LXIX y LXX, de "Trilce", fueron compuestos por Vallejo cuando paseaba, con amigos, por las playas barranquinas (el volumen fue, finalmente, editado en 1922).

Asimismo, los vallejólatras podrán hallar, en esta entrega singular, cuatro fotografías inéditas del autor de "Masa", así como otras tantas poco conocidas del bardo más importante del milenio.

Los más conspicuos exégetas de Vallejo fueron convocados por Bulnes para este número que, en formato A-4, tiene 250 páginas repletas de historia, información y crítica literaria, especialmente referida al romántico distrito y a sus repercusiones en la cultura nacional.

Para reconocer el aprecio de Vallejo por Barranco, leamos lo que dicen estas líneas suyas:
"De regreso, miro Barranco, con sus calles rectas pobladas de alamedas, con sus helechos arborescentes y sus pinos. Los chalets de los más variados estilos, muestran jardines de pulcra elegancia y los vestíbulos abiertos a las brisas vespertinas; las lujosas residencias de confort burgués. La hora virgiliana turquesa y verde enérgico. Y el mar de rica plata".

La entrega de Bulnes Mallea nos demuestra que, siempre, es posible hallar nuevas facetas en los genios; y que de lo único que se trata es de una búsqueda y paciencia exhaustivas para lograr, permanentemente, aristas iluminadoras que completen ese mosaico.

En este caso Bulnes, gran lector él mismo (en principio) notó que algo faltaba, y como en él está el leit motiv barranquino, al coger el hilo de la madeja de la creación de los poemas precitados, tuvo el pálpito de que el asunto daba para más. Y en efecto dio.

Exhumador de fotografías que han enriquecido la iconografía vallejiana (como la del cholo en la capital de Alemania), amén de otra en el Moscú de sus amores; así como aquella en la que aparece con el recientemente fallecido autor de Marinero en tierra: Rafael Alberti.

Pero no sólo esto, sino que rescata un folleto, editado originalmente por Samuel Hooker, pero que había caído en el olvido, donde se encuentra un testimonio de cuán buen alumno era el inolvidable "cholo". Al leer las notas de exámenes en la Universidad de Trujillo, vemos que, frente a "cuadros" como Haya de la Torre y Antenor Orrego, Vallejo los superaba.

Pero el "hallazgo" que más ha electrificado a Bulnes es el de un perfil vallejiano presente en una montaña de los Pirineos, como si la Europa que lo acogiera no hubiera podido permanecer indiferente ante tamaño genio, y hubiera decidido que algo de él quedara grabado en su paisaje.

Pero como debemos pensar siempre en lo venidero, ya Bulnes nos ha adelantado que el nuevo número de Barranco estará dedicado a otro peruano de los más grandes del milenio: José Carlos Mariátegui. Empezó, por lo pronto, la acumulación de primicias: en su distrito ya tiene ubicada la casa donde se efectuara la histórica fundación del Partido Socialista del Perú, el 7 de octubre de 1928. ¡Buen comienzo, Gonzalo!