Sonia Luz, Ricardo: una pareja creativa
Son varios los quinquenios (no digo cuántos, sobre todo por ella) que los conozco. Desde los albores de una lucha social encorajinada y enhiesta; desde el trabajo para mantenerse dignos en una patria que adoramos, pero que tanto hace porque abdiquemos de ella.
Pocas parejas creativas (ahora que es un lugar común la crisis de la pareja) con tanta solidez como la de Sonia y Ricardo Falla Barreda. Poetas ambos, trabajadores de la cultura ambos, periodistas los dos, coincidimos en los periplos universitarios de la San Martín de Porres, y, ahora, desde hace ya algunos añitos, en la tarea de apuntalar el viejo edificio de San Marcos, su añosa osamenta, su irreversible condición de venero de peruanidad.
Estamos, pues, en las cátedras de la Escuela Académico-Profesional de Comunicación de San Marcos, pero lo importante es que la noble tarea de la información no ha sido capaz de estragar nuestra ruta fundamental: la poesía. Seguimos publicando poemas, seguimos perpetrando textos que intentan, cada uno a su manera, decir qué somos, por qué estamos aquí, adónde vamos.
Pero las tareas académicas, asimismo (y felizmente) nos obligan a la investigación, y el resultado de todo esto es, casi, más o menos, un volumen por año. Mas también están las tesis universitarias (maestrías, doctorados) que obligan a investigaciones más enjundiosas.
Y precisamente, la excelente tesis de maestría en Literatura de Ricardo Falla es la matriz de su libro, tan interesante como polémico, Lo peruano en la Literatura Virreinal: el caso de Lima Fundada de Pedro Peralta y Barnuevo, que, con zahorí visión, publicara la cada vez más pujante Editorial San Marcos (que, por si acaso, no es el sello oficial de la Cuatricentenaria), sino que se debe al esfuerzo de Aníbal Paredes Galván, quien posiblemente sea uno de los pocos editores que pueden sobrevivir merced a un simple secreto: acortar los límites de sus sacrosantas utilidades, y hacer del libro no un objeto meramente crematístico, sino un elemento fundamental de la cultura de las mayorías).
Bien, este libro de Ricardo, uno más en su vasta bibliografía de poeta y antólogo de su generación; es una suerte de hito porque reivindica a un autor como Pedro Peralta y Barnuevo Rocha y Benavides, el famoso doctor Océano al que estudiara Luis Alberto Sánchez. En principio, porque señala que no es un autor colonial sino virreinal, con lo que rectifica nada menos que a Mariátegui, Riva Agüero y al propio LAS; y, por si fuera poco, el querido Ricardo se da el lujo de subrayar el carácter de precursor del otrora ninguneado y caudaloso autor.
Altamente encomiable por penetrar en una época prácticamente virgen en los estudios literarios nacionales, el libro del magíster Ricardo Falla Barreda, por derecho propio se convierte en un hito al que habrá que consultar cada vez que deseemos intentar desentrañar un tiempo clausurado (equívoca y apresuradamente) por algunos, cuando de lo que se trataba, en realidad, es de que, prima facie, los estudios sobre él no son verdaderamente atractivos, máxime si tenemos en cuenta que la nueva literatura nacional ofrece vertientes centrípetas en demasía.
Excelente poetisa, experta en marginaciones (fue escandaloso que se le excluyera en la reciente cita de la Universidad de Lima: perdió ésta en lugar de aquélla) a Sonia Luz Carrillo tuve el gusto de publicarle su primer poemario, Sin nombre propio, con lo que confirmo que mi gusto es muy difícil que falle. (También, aunque lo quiera ella olvidar, fui el primero en premiar a Rocío Silva Santisteban, en un concurso, La poetisa joven del Perú (que hiciera mi editorial) a comienzos de los lejanos 70s).
Hoy, con seis textos de poesía, con una sólida carrera de periodista profesional y con un reconocido prestigio de ensayista (autora de tres libros, uno de los cuales es el más importante publicado en el Perú sobre el urticante tema del nuevo orden internacional de la información), y docente universitaria dedicada a la investigación, fruto de ésta es su celebrado (y a punto de agotarse) volumen: El relato periodístico y la narrativa literaria.
Para nosotros es el mejor trabajo sobre el tema de periodismo y literatura, y constituye todo un desafío para los periodistas ad usum: pues la tesis central de nuestra autora es que no tiene por qué haber un divorcio entre lo que se dice y la forma cómo se dice; mejor, que al periodismo no le hace nadita mal la belleza, aunque, por cierto, sin olvidar que su papel fundamental es informar.
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