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Operación Chavín de Huántar, tres años después... 


El 22 de abril último se cumplieron tres años de una de las acciones más heróicas que registraron las páginas de la historia del Perú y del mundo. Ciento cuarenta comandos de élite impecablemente adiestrados irrumpieron en la residencia del embajador de Japón y liberaron en cronomátrica acción de inteligencia a 72 rehenes, con la lamentable pérdida del magistrado Dr. Carlos Ernesto Giusti Acuña, honorable vocal, y de los valerosos oficiales del Ejército, el Coronel Juan Valer Sandoval y el Capitán Raúl Jiménez Chávez, quienes ofrendaron sus vidas por la democracia y la patria. La operación "Chavín de Huántar" no fue una improvisación, fue el resultado de la tenacidad, la decisión y el coraje del presidente de la República, Alberto Fujimori Fujimori y el asesor de inteligencia, Vladimiro Montesinos. Fujimori, en su calidad de Jefe Supremo de la Fuerzas Armadas, dio la orden de iniciar la liberación de las personas retenidas a la fuerza por catorce sediciosos del MRTA, aproximadamente a las 3 y 23 de la tarde de ese inolvidable 22 de abril, día en que se cerró aquel capítulo absurdo. El rehén más preciado por el MRTA fue el ex Canciller Fransisco Tudela. El demostró mucha paciencia y firmeza. GENTE siguió minuto a minuto el desenlace del exitoso operativo.

Instantes de terror

Era un día martes 17 de diciembre de 1996, Lima había despertado calmada, con un sol imponente, preludio de un caluroso verano. Nada hacía sospechar que, entrada la noche, catorce jóvenes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomarían violentamente la residencia del embajador de Japón en el Perú, Morihisa Aoki, cuando se celebraba por adelantado el natalicio del emperador Akihito, con la presencia de ministros, diplomáticos, empresarios y demás personalidades peruanas y japonesas. Eran un total de 700 invitados que acacaban de ser secuestrados. La tragedia había comenzado, no sólo para los que estaban en cautiverio, sino también para los familiares y amigos, tanto de los secuestrados como de los secuestradores, así como para nosotros los peruanos que, de una u otra manera, éramos rehenes de un absurdo.

Los relojes marcaban las 8:23 de la noche cuando se escuchó una fuerte explosión que sembró pánico y desconcierto entre los asistentes. Los emerretistas habían ingresado al jardín por un forado, realizando disparos al aire y gritando ¡que nadie se mueva carajo! ¡todos al suelo! Todo era confusión en la calle Tomás Alva Edison, en San Isidro.

Primeras liberaciones...

El representante de la Cruz Roja Internacional, Michel Minnig, se ofreció para ser intermediador para el diálogo y logró conversar con el "Comandante Huertas" (identificado después como Néstor Cerpa Cartolini, cabecilla de la toma). Así, a las 9 y 45 de la noche, Cerpa accedió liberar a todas las mujeres y a un anciano postrado en su silla de ruedas. Entre las mujeres se encontraban la madre y la hermana del presidente Alberto Fujimori, Matsue y Rosa. Muchas de ellas abandonaban la residencia desgarradas de dolor al ver que sus esposos quedaban retenidos, con un destino incierto y peligroso. Entrada la medianoche y mientras el personal de servicio y los mozos contratados para la recepción o eran liberados, el edecán de la Presidencia, Rodolfo Reátegui, desprovisto de su traje oficial, sale corriendo desesperadamente de la residencia y, entre tropiezos, fuga. Una hora después, el ex alcalde de Miraflores, Fernando Andrade Carmona, gracias a su delgada anatomía, se escapaba por una ventana del baño de visitas. Está acción que fue muy criticada por la opinión pública, teniendo en cuenta que en cautiverio se mantenían gran cantidad de personas que ansiaban ser liberadas, pero ninguna huyó.

"Síndrome de Estocolmo"

La Cruz Roja Internacional jugó un papel fundamental durante la toma. La relación con los emerretista era cotidiana, casi de convivencia. Pero ese contacto tuvo que suspenderse debido a que un asistente canadiense de Michel Mining, entre la entrada y la salida de alimentos, terminó enamorándose de una joven emerretista. Eso fue inmediatamente detectado por la Fuerzas Armadas, suspendiéndose rápidamente la ayuda.

Una noche como ninguna

Los secuestrados, que disminuyeron a casi 400, fueron "censados" y clasificados. En el segundo piso se había colocado a 231 personas, entre ellos a miembros de la Fuerzas Armadas, congresistas, embajadores, ministros y empresarios japoneses. En el piso inferior permanec’an 150 personas, los empresarios peruanos, becarios, periodistas, sacerdotes, y el centro de operaciones de Néstor Cerpa. La falta de espacio físico era preocupante. Al día siguiente fueron liberados el presidente del Patronato de Lima, Juan Gunther, y embajadores. Cinco de ellos fueron designados por los terroristas como negociadores ante el gobierno. Paralelamente, ya el presidente Fujimori había nombrado al entonces ministro de Educación, Domingo Palermo, como interlocutor oficial.

En las afueras de la residencia, cientos de hombres de prensa, nacionales y extranjeros, pugnaban por conseguir un lugar frente a la residencia, muchos medios alquilaron departamentos, cuartos, techos y hasta ventanas. Las ambulancias y las unidades de bomberos también comenzaron a instalarse en el lugar, jugando un papel protagónico en esta historia.

En una ventana por donde antes se había visto la silueta del embajador Aoki y la de Francisco Tudela, entonces ministro de Relaciones Exteriores, ahora aparecían carteles colgados con mensajes en español, inglés y hasta en alemán que decían "No hay agua, luz, teléfono. Reconectar". Pero los servicios no volvían, era parte de la negociación. Otro cartel rezaba: "No hay agua, no hay comida. Los rehenes". La labor del representante de la Cruz Roja Internacional sirvió de mucho, su mediación permitió el ingreso de comida, agua, y elementos de limpieza.

Luego de permanecer 72 largas horas recluidas, 38 personas más fueron liberadas, entre ellas embajadores. La noche del sábado 21, el presidente Fujimori rompe su silencio y mediante un mensaje a la nación exhorta a los emerretistas a deponer las armas y liberar a los rehenes. Al día siguiente, 225 hombres, que tenían menor vínculo con el gobierno, recuperaban al fin su libertad.

Angustiosa espera

La incertidumbre crecía. El 27 de diciembre el gobierno hab’a declarado estado de emergencia en los distritos de Lima y el Callao. Mientras, en el Parlamento rendían homenaje a los rehenes congresistas. Al día siguiente, la tarde del 28, Domingo Palermo ingresa a la residencia acompañado de Juan Luis Cipriani, para conversar con Cerpa. El diálogo duró más de tres horas. Luego de la salida de Palermo, los emerretistas liberan a 20 rehenes. El grupo de secuestrados se había reducido a 83. Los botellones de agua, raciones de comida, dietas, cigarrillos, libros en español y japonés, casinos y otros juegos de salón seguían llegando. El año 96 llegaba a su fin. Ese último día del año, 20 periodistas burlan la seguridad policial e ingresan a la sede japonesa. El primer periodista en ingresar fue el de la cadena japonesa Kyodo News. Pues, ahí estaban los hombres de prensa frente a las caras de Cerpa Cartolini, "el Arabe" y otros muy jóvenes, lamentablemente engañados y confundidos. Luego de gritar algunas arengas, mostraron a Francisco Tudela, a Gilberto Siura, al anfitrión Morihisa Aoki y a un empresario japones. El entonces Canciller Tudela llamó a una profunda reflexión. Su voz tranquila, firme y segura, sin quebrantamientos, reiteraba su deseo de que el diálogo fuese el mecanismo que lleve a la paz definitiva. Aoki, por su parte, se responsabilizaba de todo y pedía disculpas a su pueblo. Al día siguiente la primera liberación de 1997 se producía. Siete personas salieron del cautiverio. El general de la PNP José Rivas fue el último rehén en dejar la residencia antes de la operación "Chavín de Huántar". Todavía permanecían 72 personas en cautiverio.

El despertar de una pesadilla

126 días después de la toma, el final de la pesadilla estaba a punto de llegar. Todo empezó a las 3 y 23 de la tarde cuando una fuerte explosión daba el inicio a los 36 minutos más largos e intensos de la historia de nuestro país. Un comando de élite del Ejército y la Marina iniciaban ese día la más arriesgada misión de rescate, el operativo se había denominado "Chavín de Huántar". La explosión paralizó al país y al mundo entero. Fuera, la confusión reinaba entre los dos mil 150 periodistas acreditados en la zona. El momento de la acción había llegado, el bum bum de los corazones estaba al galope. ¡Están ingresando! ¡Sí, están ingresaaaannnndooo! gritaban los periodistas. Una gran columna de humo se había levantado en la zona. Sin titubeos y con una tensa seguridad en el éxito, el presidente Fujimori se preparaba para acudir al lugar. Las principales sedes gubernamentales habían cerrado. De pronto, en los jardines de la residencia, de unos huecos subterráneos salían raudamente comandos quienes, como "topos", ingresaban para rescatar heróicamente a los rehenes. Los primeros liberados iban siendo trasladados. Mientras tanto, las explosiones sucesivas, los disparos y los desgarradores gritos de los comandos, rehenes y emerretistas remecían a periodistas y vecinos.

¡Libres!

El Perú se había liberado de la insanía terrorista. Niños, jóvenes, adultos y hasta ancianos sal’an a las calles a a festejar en medios de risas y llantos de felicidad. Al lugar llegaron dos ómnibus para trasladar a los liberados hasta el hospital Militar y Policial. El presidente Fujimori estaba en uno de los buses, sostenía en la mano una bandera peruana y saludaba emocionado. La noticia llegaba a todo el mundo. Ya por la noche, luego de un largo e intenso día, el mandatario confirmó el rumor que corría en las salas de redacciones de los medios capitalinos: Uno de los rehenes había perecido en la intervención. El Vocal de la Corte Suprema, Carlos Giusti Acuña, había fallecido. De este a oeste y de norte a sur, los peruanos lamentaron la pérdida. Pero él no era el único, el Teniente Raúl Jiménez y el Comandante Juan Valer corrieron igual suerte. Al pronunciar, el Jefe de Estado este último nombre, su voz se quebró sollozando. El heróico oficial pertenecía a la guardia de seguridad de su hijo menor Kenyi. "Chizito", así le decían cariñosamente sus amigos. Valer dejo huérfanos a dos pequeños niños, y como previniendo algún fatal desenlace, el valeroso comando escribió una carta de despedida a su compañeros y dejaba en claro su amor por la patria. Tres valerosas vidas se ofrendaron.

Estrategia...

La planificación de una extraordinaria operación de inteligencia denominada "Chavín de Huántar" empezaba a gestarse un día después de la toma de la residencia. El criticado asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos, el mandatario Alberto Fujimori, tres coroneles de la fuerza de comandos y un comandante del SIN, se reunían en la cochera de la sede del Servicio de Inteligencia Nacional. El reto era rescatar a todos sin que se quebrara la institucionalidad en el Perú. Para ello era necesario recabar información desde el interior, es así que la posibilidad de introducir micrófonos a la residencia comenzó a estudiarse. Igualmente, se fabricó una maqueta con todos los detalles de la residencia original. Luego de una semana de la incursión emerretista, el SIN alquiló cinco casas de la calle Marconi que colindaban con la parte trasera de la mansión. Fue desde esas casas que se construyeron los cinco túneles para el asalto final. 32 mineros de la Oroya fueron seleccionados para hacer los túneles (no se les reveló qué trabajo especial harían). Mientras se construía uno de los túneles un hecho alarmó a los mineros y comandos. Una de las plumillas utilizadas por los obreros para que se les indicara desde afuera si se apartaban o estaban cavando en la dirección correcta fue agarrada por alguien. El temor de haber sido descubiertos por algún terrorista en la superficie, inmediatamente paralizó la construcción, hasta que se percataron de que sólo se trataba de un juguetón gato. Pasado ese incidente continuaron con su labor. Los mineros permanecieron 60 días sin salir, sin ver la luz del día. El primer túnel se hizo en un mes y tenía 197 metros de largo. Fue el túnel más largo y tenía cuatro salidas. Desde allí salieron los comandos, encabezados por el comandante Juan Valer, quienes tenían la orden de rescatar con vida a todos los rehenes, entre ellos al ex Canciller Francisco Tudela, al embajador Morihisa Aoki, al hermano del presidente, Pedro Fujimori y al ministro Rodolfo Muñante.

Un total de 52 pequeños micrófonos se introdujeron a la mansión, dos de estos hábilmente camuflados en un par de termos comprados en Hirahoka a 84 dólares, otros en marcos de maderas de la imagen del Señor de los Milagros y en el estuche de una guitarra. Por informaciones del almirante Luis Giampietri, supieron que todos los emerretistas formaban a las seis de la mañana en la escalera, allí gritaban sus arengas y consignas, y Cerpa daba un breve discurso, todo eso tomaba de 20 a 30 minutos. Era la mejor oportunidad para tomarlos por sorpresa, por lo que se pensó iniciar la operación a las 6 de la mañana y el blanco sería la escalera principal. Pero luego eso se descartó porque se llegó a saber que no todos formaban y que algunos se quedaban en el segundo piso como vigías. Fue así que la operación se centró en los partidos de fulbito, según los informes de Giampietri la mejor hora era alrededor de las 3 y 30 de la tarde. Cuando llegó el día, además del almirante, el embajador Aoki, el ex Canciller Tudela y el ex ministro de agricultura, Rodolfo Muñante, estaban enterados de la operación de rescate. Los comandos estaban instalados en los túneles esperando la orden. Un grupo de ellos colocá dos cargas de cuatro kilos de C4, una en medio de la sala y la otra en el comedor, exactamente donde Cerpa y su gente a esa hora jugaban fulbito. Otra carga fue colocada debajo del vest’bulo cerca a la puerta principal.

"Ave María Purísima, sin pecado concebida", fue la clave que transmitió desde el segundo piso de la residencia el almirante Giampietri a los comandos que esperaban la orden de iniciar la operación "Chavín de Huántar". Mientras tanto, el presidente Fujimori se encontraba en el Palacio de Justicia dando su manifestación respecto a una supuesta deuda a su ex esposa Susana Higuchi, cuando una llamada telefónica lo alertó de que "el Ave María Purísima, sin pecado concebida" había llegado. Inmediatamente el mandatario ordenó el rescate. "Ave María Purísima" significaba que debían ponerse en posición y cuando los comandos escuchen "sin pecado concebida" debían iniciar la operación. Fueron momentos muy tensos. La primera explosión remeció todo San Isidro. El detonante causó la muerte casi instantánea de varios emerretistas. Los comandos rápidamente tomaron el control de la situación. Dos emerretistas, viéndose acorralados, dispararon ráfagas de fusil cuando rescataban al primer rehén Francisco Tudela, hiriéndolo en la parte inferior del peron izquierdo. Fue cuestión de segundos. El Comandante Juan Valer, quien tenía la misión de rescatar al ex Canciller con vida, sin pensarlo dos veces lo cubrió con su cuerpo. Un proyectil perforó el hígado de valeroso militar dejándolo gravemente herido. Al Teniente Raúl Jiménez lo mató otro subersivo en el pasadizo. Las minas instaladas por los sediciosos causaron heridas de consideración a 17 efectivos. A tres años del rescate, el ex Canciller Francisco Tudela contó por primera vez en el programa dominical "Hora 20" que el mismo presidente cubano Fidel Castro envió una carta a los 14 emerretistas, ellos la leyeron una y otra vez, pero tal parece que no supieron interpretar la carta y finalmente se tornaron más intransigentes.

Después de la exitosa operación la fuerza especial se desactivó, los comandos fueron ascendidos al grado superior por acción distinguida, y posteriormente destacados a diversas unidades, tanto en Lima como en provincias.

Lección al mundo

Mientras se continúa con el desarrollo de la estrategia, el propio presidente Fujimori viajó - entre otros países- a Canadá, Estados Unidos, Cuba, Santo Domingo y agotó todas las vías para conseguir una salida pacífica con el objetivo de liberar a los 72 rehenes. En cada mandatario, Fujimori encontraba palabras de solidaridad, pero el gobierno japonés siempre insistía en que se acepten algunas demandas terroristas. Fujimori trataba de tranquilizar a las misiones del Japón que llegaban al Perú diciendo que tenían una lista de personas que podían ser indultadas. El mandatario peruano trabajaba con presión de ambos lados, la de los japoneses y la de los emerretistas. Pero Fujimori creó un ambiente de tranquilidad para su estrategia. La posición de Fujimori fue clara y decidida; "no dejarse presionar por los terroristas". Y así fue. Lo que sigue es conocido. De esa manera, luego del exitoso operativo "Chavín de Huántar", el Perú dejo "boquiabiertos" a los japoneses y sorprendió al mundo entero dando una lección de un manejo ejemplar y tajante. La precisión cronomátrica del accionar militar peruano cambió radicalmente la vida de los terroristas de todo el mundo: Jamás se saldrían con la suya.

Cicatrices de un rehén

A tres años del rescate de los rehenes, el recuerdo se mantiene fresco y vivo en la menoria del ex Canciller Francisco Tudela. Cada vez que tiene que pasar por el dectector de metales en los aeropuertos, la luz roja se enciende anunciando la presencia de metales y se ve obligado a vaciar sus bolsillos. Pero la insistente luz sigue indicando metales. El ex Canciller termina confesando que se debe a la presencia de esquirlas en el brazo, producto del impresionante rescate en la residencia del embajador de Japón. El fue el uno de los personajes políticos más valioso para el MRTA. Sabía que estaba marcado, que sería el primero en caer muerto si se decid’a por una salida de fuerza. Pero sin embargo se mantuvo sereno e impasible.



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